Publicado: 24 de Mayo de 2017

Si vemos entrar a un hombre en un bar caminando con fanfarronería tipo John Wayne, podríamos suponer que se trata de una persona segura y confiada o incluso del clásico “tipo duro”. De hecho, no podemos evitar sacar conclusiones sobre la personalidad basándonos en pequeñas señales como la forma de caminar. Ni siquiera es algo negativo, es una estrategia que usamos de manera inconsciente para saber si estamos a salvo o corremos peligro. En práctica, nuestros sentidos rastrean constantemente las pequeñas pistas que envían los demás para enviarlas al cerebro y que este concluya si se trata de un amigo o un enemigo, es la base de la formación de la primera impresión.


Una de las primeras investigaciones sobre la forma de caminar y la personalidad data del año 1935. El psicólogo alemán Werner Wolff filmó a cinco hombres y tres mujeres sin que ellos lo supieran. Todos usaban monos, para evitar que las personas pudieran sacar inferencias a partir de la ropa, e incluso editó las imágenes para eliminar las cabezas.


A continuación, el investigador pidió a un grupo de voluntarios que vieran los vídeos y que intentaran predecir cómo era la personalidad de los caminantes. El psicólogo descubrió que los participantes se formaban fácilmente impresiones sobre los demás en base a su forma de andar, y lo que es aún más interesante: a menudo coincidían en sus juicios. 


Por ejemplo, algunas personas describieron a uno de los caminantes usando frases como: “pretencioso sin fundamento”, “alguien que quiere atraer la atención a cualquier precio”, “una persona vanidosa que desea ser admirada” y “una persona interiormente insegura que intenta parecer segura ante los demás”.


Sin duda, es sorprendente que los participantes se formaran impresiones tan similares. 


¿Qué nos dice el balanceo?


En los últimos años se han realizado experimentos más sofisticados recurriendo a la tecnología digital, de manera que se transforma la caminata de una persona en una serie de puntos que se mueven en la pantalla, eliminando cualquier otra señal adicional que pueda darnos pistas sobre su personalidad.


Usando este enfoque, un grupo de psicólogos estadounidenses a finales de los años ‘80 descubrieron que existen dos formas de caminar: un estilo de movimiento más joven y otro más viejo. El movimiento "joven" implica un ritmo más animado, un mayor balanceo de las caderas, movimientos más amplios de los brazos y pasos más grandes, mientras que el estilo "viejo" implica movimientos más rígidos y lentos con una mayor inclinación hacia delante. 


Sin embargo, lo interesante es que esos estilos de caminar no corresponden necesariamente con la edad real de la persona. Los observadores externos asumieron que las personas que caminaban con un estilo más joven eran más felices y seguras, una idea que se mantuvo incluso cuando les mostraron sus caras y cuerpos.


Esta investigación demuestra una vez más, la rapidez con la que realizamos inferencias acerca de los demás basándonos en su forma de caminar, aunque este estudio no comprobó si esas suposiciones eran ciertas. Para ello, debemos recurrir a otra investigación publicada hace poco en la que se comparaban los rasgos de personalidad con las suposiciones que las personas realizaban sobre ellos basándose solo en su forma de caminar.


Los resultados volvieron a sugerir que existen dos estilos: uno expansivo y suelto que se relacionó con características como el espíritu aventurero, la extraversión, la confiabilidad y la calidez; mientras el otro estilo era lento y relajado, lo cual se interpretó como un signo de equilibrio emocional. Sin embargo, la sorpresa llegó después porque esas características no describían fielmente a las personas.

Por tanto, los psicólogos concluyeron que somos mejores realizando evaluaciones en base a los rostros y la forma de vestir, pero podemos sacar conclusiones erróneas si nos fijamos solamente en la forma de caminar sin tener más datos de la persona.


Tu forma de caminar puede aumentar el riesgo de que te asalten


En Psicología las cosas nunca son en blanco y negro. En la vida real, no vemos una serie de puntos sobre el ordenador que imitan la forma de caminar sino que vemos a la persona como un todo. Por eso, otros estudios han indicado que al menos algunas personas son muy buenas detectando la vulnerabilidad a partir de la forma de caminar de alguien. El estilo "vulnerable" se caracteriza por un paso más corto, una oscilación más limitada del brazo y una caminata más lenta. De hecho, se ha apreciado que los psicópatas son particularmente precisos detectando a personas que han sufrido ataques en el pasado simplemente viendo cómo caminan a lo largo de un pasillo. 


Todo parece indicar que los reclusos también desarrollan esa habilidad y que muchos hombres la utilizan para descubrir a las mujeres que tienen rasgos de personalidad más vulnerables, como la introversión y la inestabilidad emocional. De hecho, algunas investigaciones sugieren que cuando las mujeres se sienten inseguras en algunos sitios tienden a dar pasos más largos, caminan más rápido y realizan movimientos de brazo más audaces.

Por tanto, tu estilo de caminar puede revelar algunas pistas sobre tu personalidad. Sin embargo, atribuir ciertos rasgos de personalidad a una persona centrándose solo en su forma de caminar puede llevarnos a desarrollar una perspectiva muy sesgada y desarrollar estereotipos que no se correspondan fielmente con la realidad.


Fuentes:

Gunns, R. E. et. Al. (2002) Victim Selection and Kinematics: A Point-Light Investigation of Vulnerability to Attack. Journal of Nonverbal Behavior; 26(3): 129–158.

Doyen, S. et. Al. (2012) Behavioral Priming: It's All in the Mind, but Whose Mind? PlosOne.

Argyle M. (1988) Bodily Communication. Londres: Routledge.

Grayson, B. & Stein, M. I. (1981) Attracting Assault: Victims' Nonverbal Cues. Journal of Communication; 31(1): 68.

Wolff, W. (1935) Involuntary self-expression in gait and others movements: An experimental study. Journal of Personality; 3(4): 327–344.