Publicado: 25 de Junio de 2021

Decidir cómo responder cuando te atacan verbalmente puede marcar la diferencia entre una discusión constructiva y un conflicto con repercusiones insospechadas. Por supuesto, los comentarios ofensivos, las palabras hirientes y las críticas malintencionadas nunca son bienvenidos, pero si te limitas a reaccionar dejándote llevar por tus impulsos, en vez de actuar de manera inteligente, es probable que la agresividad escale y quemes los puentes del entendimiento.


¿Qué hacer? ¿Qué decir? ¿Es mejor callar o responder? Los psicólogos coinciden: cuando te atacan verbalmente necesitas defenderte. Las palabras pueden llegar a herir y causar un gran malestar, por lo que no debes permitir que los demás te insulten, humillen, griten o pisoteen. Sin embargo, defenderse no significa hundirse en los lodos de la ira. Existen respuestas mucho más inteligentes, asertivas y, sobre todo, que protegen tu equilibrio mental.


¿Cómo responder cuando te atacan sin perder el control?


Cuentan que un día, Catón el Joven, filósofo estoico y político romano, estaba defendiendo un caso cuando su adversario Léntulo le escupió en la cara. Sin inmutarse, Catón dijo: “Le juraría a cualquiera, Lentulus, que la gente se equivoca al decir que no puedes usar la boca”.


Esta cita histórica muestra le enorme diferencia entre una persona que se deja arrastrar por la ira de los demás y una persona inteligente que mantiene el control de la situación, resolviendo el conflicto a su favor con serenidad e incluso una dosis de humor. Para responder como Catón, es necesario seguir estos tres pasos:


1. Controla el primer impulso respirando y contando hasta diez antes de responder


Cuando te sientes atacado, tu primer impulso es defenderte y contraatacar. Es normal. Sin embargo, no suele ser la solución más sensata e inteligente. Por eso, si quieres responder cuando te atacan en vez de limitarte a reaccionar, necesitas aprender a gestionar esas primeras emociones.


Cuando te atacan verbalmente, tu cerebro percibe esas palabras como una amenaza, de manera que dispara todas las alarmas. Los primeros segundos son claves para impedir que se produzca un secuestro emocional y pierdas el control, de manera que termines diciendo o haciendo cosas de las que después te arrepientas.


Respirar profundamente es una estrategia eficaz para calmar las emociones. La respiración es como un “freno de mano” que reduce el ritmo cardíaco y baja la presión arterial, indicando a nuestro cerebro que está todo bajo control. Por consiguiente, antes de responder cuando te atacan, es fundamental que te serenes respirando y contando hasta 10.


2. Crea un escudo protector marcando una distancia psicológica


Las emociones son contagiosas, sobre todo en situaciones de gran tensión. Captamos inconscientemente las emociones de quienes nos rodean porque estas nos sirven como señales de alarma de que algo no anda bien. De hecho, diferentes estudios han demostrado que somos capaces de percibir el olor de la ansiedad y el estrés de otras personas, el cual influye en nuestro comportamiento sin que nos demos cuenta.


Por eso, en una discusión subida de tono, es fácil que nos contagiemos con la ira o la frustración de nuestro interlocutor. Asumir una distancia psicológica nos permitirá crear un escudo protector para no caer en las redes de las emociones ajenas. Nos ayudará pensar que no se trata de un ataque personal o ser conscientes de que la persona que nos ha atacado tiene un problema de hostilidad.


3. Retoma el control de la situación


Si cuando te atacan verbalmente respondes con ecuanimidad, tendrás el control de la situación. Usa un tono de voz firme pero no te exaltes demasiado. Ten cuidado de no caer en los insultos y descalificaciones porque de esa manera estás cediendo el control a la otra persona. Recuerda que quien pierde los papeles, también pierde el control.


En cambio, usa frases breves y concisas. En momentos de ira, las frases cortas y directas al grano son más eficaces y fáciles de entender, además de evitar malinterpretaciones. Intercalar un cumplido o unas palabras positivas también puede ser útil para calmar los ánimos.


En muchos casos es útil intentar comprender por qué esa persona te está atacando, así que puedes indagar en sus motivos. Puedes preguntarle: ¿Cuál es el problema específicamente?, ¿Qué es lo que te ha molestado? o ¿Por qué piensas eso? Es probable que descubras que todo se debe a un malentendido o que puedas aclarar la situación sin necesidad de subir el tono.


En cualquier caso, si te das cuenta de que tu interlocutor está demasiado exaltado como para poder mantener un diálogo mínimamente constructivo, lo mejor suele ser interrumpir la conversación y decirle que hasta que no se calme, no vas a continuar escuchándole. Si la persona no cede, es mejor que la ignores y te alejes, para retomar la conversación en otro momento.


Jennifer Delgado Suárez

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