Publicado: 9 de Julio de 2015

Los individuos depresivos procesan la información emocional de forma más negativa que los individuos sanos. Muestran mayor sensibilidad a los rostros tristes y responden más débilmente a los felices. Sin embargo, se carecía de una explicación biológica para estos sesgos. En fecha reciente, un estudio ha revelado un mecanismo: un insólito equilibrio de compuestos químicos en una región cerebral clave para el sentimiento de desilusión.

Un equipo dirigido por Roberto Malinow, de la Universidad de California en San Diego, estudió la habénula lateral, un área profunda del cerebro y evolutivamente antigua. Las neuronas de esta región se activan por acontecimientos negativos inesperados, como un castigo insospechado o la pérdida de una recompensa prevista. En primates entrenados para esperar una recompensa (un zumo) tras de una indicación visual, se ha observado un incremento de actividad en la habénula lateral si no se les proporciona el premio. Tales hallazgos sugieren que esta región constituye una pieza clave de un «circuito de desengaño».

En estudios anteriores con roedores, se había observado también que la hiperactividad en la habénula lateral se halla asociada con conductas de tipo depresivo. En humanos deprimidos, las concentraciones débiles de serotonina (neurotransmisor diana de los antidepresivos) se han relacionado con incrementos de actividad en la habénula lateral.

Se trata de una región cerebral curiosa, pues carece de la dotación estándar con la que el cerebro reduce la hiperactividad, a saber, conjuntos de neuronas que bien intensifican su actividad segregando glutamato o bien la reducen segregando ácido gamma-aminobutírico (GABA). La habénula lateral cuenta con muy pocas neuronas de atenuación de la actividad, por lo que Malinow y sus colaboradores trataron de descubrir cómo el cerebro atenúa la actividad en ese lugar.

El equipo descubrió que ciertas terminaciones nerviosas de la susodicha región segregan tanto glutamato como GABA. Este raro mecanismo solo se ha observado en otras dos áreas, por lo general, en cerebros todavía en desarrollo. Asimismo, los investigadores demostraron que las ratas con conductas depresivas liberaban menos GABA (atenuador de actividad), mientras que las tratadas con antidepresivos liberaban más. Ello sugiere que el equilibrio de los compuestos liberados controla el procesamiento de los acontecimientos negativos y que este equilibrio puede modificarse mediante fármacos.

«Los hallazgos revelan un posible mecanismo de acción de los antidepresivos para corregir sesgos negativos en la depresión», explica Catherine Harmer, de la Universidad de Oxford. Junto con su equipo ha hallado que los antidepresivos desplazan estos sesgos negativos en cuestión de horas, aunque tarden semanas en mejorar el estado anímico.

«Tenemos la esperanza de que el estudio de las vías implicadas en el procesamiento de recompensas y castigos nos permita descubrir fármacos que actúen sobre ellas de manera más selectiva que los actuales», indica Steven Shabel, autor principal del trabajo. «También podrían resultar más eficaces contra la depresión.»