Publicado: 4 de Julio de 2016


Los efectos sobre la salud de Chernóbil y Fukushima han sido objeto de interés del informe Heridas nucleares: el legado eterno de Chernóbil y Fukushima, elaborado por Greenpeace y publicado en el mes de marzo de 2016. El informe pretende conmemorar el 30º y 5º aniversarios de los desastres nucleares producidos en dichas ciudades, recopilando los distintos estudios científicos sobre la contaminación radiactiva y los efectos en la salud de la población. 

El interés de este informe radica en que recoge no sólo los efectos sobre la salud “reconocidos” por los organismos de salud internacionales (tanto sobre la salud física como sobre la salud mental), sino también aquellos otros efectos “más controvertidos”. A este respecto, como bien se advierte en el texto, probablemente nunca se conozca la magnitud de los efectos de los accidentes de Chernóbil y Fukushima sobre la salud. Nunca se ha llevado a cabo una recopilación exhaustiva de datos sobre las consecuencias de Chernóbil ni se han publicado documentos con reconocimiento internacional sobre este tema”.

En relación con los efectos sobre la salud derivados de los accidentes nucleares, los expertos identifican tres tipos de consecuencias: las derivadas de la radiación y de otros factores confusos, las derivadas del impacto psicológico por la exposición a una situación estresante y las derivadas del impacto social del accidente en la vida de los afectados. 

Entre los efectos sobre la salud “reconocidos”, el informe menciona los estudios que han puesto en evidencia el aumento de la mortalidad en estos grupos (asociada principalmente a la presencia de enfermedades vasculares), así como una mayor incidencia de cáncer de tiroides (incluso en zonas alejadas cientos de kilómetros del foco), cáncer de pecho, leucemia, cataratas y trastornos mentales.

Los trastornos mentales, si bien han recibido menos atención por parte de los investigadores que las enfermedades físicas, actualmente cuentan con un reconocimiento científico creciente. En esta categoría de problemas de salud mental se incluyen los trastornos de ansiedad y depresión, el trastorno por estrés postraumático, el abuso de alcohol, la adicción al tabaco, los trastornos de sueño o los trastornos psicosomáticos. Asimismo, los estudios han puesto en evidencia que las personas expuestas a la radiación tienen un aumento significativo de las preocupaciones sobre su futuro (como miedo a contraer cáncer, a que sus futuros descendientes tengan alteraciones genéticas, a no poder regresar a su hogar, a no recibir una indemnización justa, etc.).

Del conjunto de trastornos mentales, la depresión y el trastorno por estrés postraumático son los más comunes (con una prevalencia mucho mayor que la población general), sobre todo, entre las madres supervivientes y entre el personal que participó en las tareas de limpieza de la zona tras los accidentes nucleares. La depresión se encuentra asociada al miedo a la posible contaminación radiactiva, pero también a la falta de recursos sanitarios y al rechazo o discriminación que sufren los supervivientes por parte del resto de la sociedad una vez superada la catástrofe.

El impacto de los accidentes nucleares en la salud mental cobra una especial relevancia, sobre todo, teniendo en cuenta que el suicidio se ha identificado como el motivo de fallecimiento más prevalente entre el personal de limpieza que trabajó tras los accidentes nucleares, siendo considerado por el Foro de las Naciones Unidas sobre Chernóbil “uno de los problemas más importantes tras el desastre”.

El informe también cita el reciente término acuñado por los investigadores, denominado “ansiedad por radiación”, para referirse al conjunto complejo de trastornos mentales que suelen presentarse en los supervivientes a accidentes nucleares, que incluye problemas de sueño, abuso de alcohol y agorafobia, entre otros problemas de salud mental.

Respecto al segundo gran grupo de consecuencias sobre la salud, cuyos estudios son menos concluyentes debido a la dificultad para delimitar el grado y tipo de exposición a la radiación de las personas evaluadas, el informe menciona los problemas de discapacidad, las mutaciones genéticas y otros posibles problemas neuropsiquiátricos (tanto en adultos como en bebés), tales como enfermedades orgánicas del sistema nervioso central, trastornos cognitivos, posibles efectos radiocerebrales, problemas en el cerebro en desarrollo o el síndrome de fatiga crónica.

Según se afirma en el documento, estos datos nos muestran “que es necesario mejorar urgentemente el cuidado y apoyo psicológico de los supervivientes del desastre, establecer controles físicos y mentales regulares, así como el diagnóstico  y la intervención temprana. Igualmente se debe implantar un sistema de asistencia a largo plazo y realizar estudios adicionales sobre el bienestar mental de los trabajadores de la limpieza y los supervivientes (…) Aparte de unos protocolos y medidas que protejan a la ciudadanía de la radiación en caso de accidente, los Gobiernos deben establecer medidas para gestionar la crisis de salud mental que muy probablemente acompañe a una situación de emergencia grave”.

De hecho, un estudio publicado este mismo año, en la revista Clinical Oncology, realizado con evacuados de zonas contaminadas por la radiación del accidente de Fukushima, ha puesto de manifiesto la presencia de problemas de salud física y mental asociados al estrés específico experimentado por las víctimas de dicha catástrofe. De esta manera, el estudio subraya la presencia de trastornos mentales y el aumento de los hábitos no saludables en dicho colectivo, con el consiguiente incremento del sobrepeso, la hipertensión, la presencia de diabetes mellitus y dislipidemia, que a su vez constituyen factores de riesgo para el desarrollo de enfermedades cardiovascularess.