Publicado: 12 de Noviembre de 2019

Bajo presión puede salir a relucir lo mejor y lo peor de cada uno de nosotros. Cuando estamos sometidos a una gran presión podemos perder los nervios y caer abrumados bajo el peso del estrés, pero también podemos superarnos y dar lo mejor de nosotros mismos. 

Sin embargo, independientemente de cómo se incline la balanza, solemos pensar que la presión es una especie de catalizador del auténtico “yo”. Pensamos que las situaciones estresantes sacan a relucir lo que tenemos dentro. Pero quizá no es así. O al menos no en todas las circunstancias. Estar bajo presión puede tener el efecto contrario y hacer que recurramos más a las respuestas preconcebidas y aceptadas socialmente.

Bajo presión, la máscara social se impone al “yo”

Tenemos una “mente divivida”. Existe una mente más intuitiva e impulsiva y otra mente más racional y autocontrolada. La mente intuitiva e impulsiva se ha quedado “incontaminada”, custodiando nuestros deseos inconfesados, ilusiones y pulsiones; mientras que la mente racional es el fruto fundamentalmente del modelaje social, es aquella que ha asimilado las normas y valores.

Se supone que la mente racional “controla” la mente impulsiva, al menos durante la mayor parte del tiempo. Ese sistema de control suele seguir unas vías neuronales más largas y complejas, por lo que demanda más tiempo. 

Por eso siempre hemos dado por descontado que cuando pedimos a las personas que respondan rápidamente y las presionamos, la mente racional no tendrá tiempo suficiente para controlar la mente impulsiva y, por ende, saldrá a relucir lo que piensan en realidad. 

Sin embargo, psicólogos de la Universidad de California afirman que “el método de responder rápidamente y sin pensar […] hace que la gente mienta y te diga lo que quieres escuchar”. Eso significa que en realidad nuestro “yo social” se encuentra permanentemente de guardia y ejerce un control más férreo de lo que suponíamos.

Mentir bajo presión

Los investigadores reclutaron a un grupo de 1 500 personas que debían responder con un “sí” o un “no” a diferentes afirmaciones, como por ejemplo: “A veces me siento frustrado cuando no obtengo lo que deseo” o “Siempre soy un buen oyente, sin importar con quién estoy hablando”. 

Sin embargo, algunas personas tuvieron tiempo suficiente para responder y a otras las presionaron para que respondieran en menos de 11 segundos, de manera que no pudieran pensar mucho.  

Los psicólogos descubrieron que las personas sometidas a presión, que debían responder rápidamente, solían brindar respuestas aceptables socialmente, mientras que quienes tenían más tiempo para reflexionar solían brindar respuestas más auténticas que reflejaban quiénes eran en realidad.

En otras palabras, la presión del tiempo no saca a relucir nuestro “verdadero yo” sino que prevalece el deseo de mostrarnos bajo una luz más favorecedora, aunque ello implique tergiversar lo que somos, sentimos o pensamos realmente.

Eso significa que nuestras respuestas automáticas no están dictadas por la mente intuitiva e impulsiva, como solíamos pensar, sino por el constructo social que hemos asimilado a lo largo de los años. Y que para obtener respuestas más sinceras, necesitamos reflexionar y aflojar el férreo control para permitir que nuestra esencia salga a la luz.

Por tanto, si queremos conectar con alguien y conocerle realmente, será mejor que no le presionemos.

Jennifer Delgado Suárez 

Enlace: https://rinconpsicologia.com/mentir-bajo-presion/

Imagen: Adobe Spark Post