Publicado: 14 de Mayo de 2020

Si leyendo este artículo quieres aprender a negociar con tus hijos, ya empezamos mal.

Según la psicóloga Sonia Cervantes, experta en trato con adolescentes, "negociar" es una palabra empresarialque no tendría que entrar en el vocabulario de padres e hijos.

"Yo lo llamaría llegar a un acuerdo", dice. No se trata de ver quién consigue más ganancia, sino de pactar para que todos estemos contentos.

PLANTEA una DISCIPLINA POSITIVA

"La mejor estrategia es la disciplina positiva, que se trata de unir firmeza y amabilidad", explica la psicóloga.

  • Consiste en no faltarle al respeto. Hablar con él y plantearle que hay una serie de normas que se deben mantener, porque nadie, ni ellos ni nosotros pueden hacer absolutamente todo lo que quieran.

Debe comprender que ni nosotros podemos hacer todo lo que queremos

No hay que confundir firmeza con castigo. Mantenernos inflexibles en los puntos que creemos vitales no significa que la opción es el encierro y ya no digamos el castigo corporal, que está no solo desaconsejado sino que es denunciable.

Aprender a ESCUCHAR a los hijos

Lo que plantea esta metodología es que empecemos por escuchar a nuestros hijos. El problema muchas veces es que queremos imponer sin saber antes qué es lo que nuestro hijo más valora, por qué insiste en según qué cosas.

De acuerdo, muchas veces no hablan. Se encierran en su mundo. Pero si no intentamos facilitarles las cosas, la comunicación será imposible.

  • Esta predisposición al diálogo debe venir desde mucho antes, cuando son niños. "Tenemos que dirigirnos a ellos hablándoles como los adultos a los nueve o diez años", dice la psicóloga Cervantes.

ALTERNATIVAS AL CASTIGO

La estrategia es que el adolescente comprenda que sus acciones tienen consecuencias. Estas consecuencias no son un castigo, en el sentido tradicional que tenemos.

  • No sirve que al niño lo mandes al rincón de pensar cuando ha hecho algo mal. Tiene que interiorizar que su error tiene consecuencias.
  • Por ejemplo, si ha ensuciado algo, el objetivo es que nos ayude a limpiarlo. Insistir por ese lado hasta conseguirlo.

Una vez se entra en la adolescencia, los jóvenes no tienen el principio de autoridad interiorizado. "Pero la alternativa no puede ser el miedo a los padres", aclara Cervantes.

No debe tener miedo a los padres pero debe entender que ellos son la autoridad

La educación tradicional plateaba ciertas dudas. Nosotros y nuestros padres podríamos estar más disciplinados. A base de temor. Hoy se desaconseja totalmente y en algunos casos puede resultar muy perjudicial.

HACER QUE ENTIENDA EL MUNDO

La nueva manera de enfocar la educación que plantea la disciplina positiva es queutilicemos la privación o la consecuencia.

  • No es un castigo, la diferencia es sutil pero no solo se trata de un cambio de nombre. El chico ha de ver que si no llega a la hora que se le ha dicho, no saldrá la próxima vez. No es un castigo, es una consecuencia de no haber seguido la norma.

El joven debe comprender que las acciones tienen consecuencias

Si se lo explicamos así, la comprensión será mejor y la vía de comunicación seguirá más abierta. Además, le ayudaremos a madurar. A que entienda que así es como funciona el mundo.

  • "Tuve un caso de un padre que cometió el error de prometerle a su hijo, que sacaba malas notas, que le compraría una moto si aprobaba", explica la psicóloga. El fallo es querer premiar por algo que es una obligación.
  • Se premian una buenas notas, un esfuerzo extra hecho voluntariamente. Lo que pasó es que el chico le dio la vuelta: dijo que no pensaba estudiar hasta que no le comprara la moto.

DEJAR CLARAS LAS NORMAS

Otro error habitual que cometen los padres es variar de opinión con frecuencia, excederse en el número de exigencias y luego no insistir en ellas. El adolescente lo interpretará como un mundo de reglas variables, aleatorias y poco creíbles.

  • "Tenemos que ser muy claros en qué valores queremos transmitir", nos recuerda la profesional.

Un ejemplo práctico muy habitual es el de móvil. Desde niños nos lo van a empezar a pedir. Tenemos que decidir a qué edad tendrá el móvil y durante cuánto tiempo cada vez. Dejárselo claro y ser constantes en este punto.

Si tenemos unas pocas normas firmes y claras se reduce el conflicto

  • Un buen planteamiento de base, le hará ver que tenemos una reglas lógicas. Él tendrá lo que quiere. No le digas todo el tiempo que está siempre con el móvil. Le has dicho ya cuándo usarlo. Sigue ese línea. Si es que en la mesa no, nunca podrá usarlo en la mesa. No hagas que dependa de tu humor variable, un día si y otro no, porque habrás perdido la autoridad.


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Imagen: Adobe Spark Post