Publicado: 18 de Julio de 2020

Détente un segundo y responde a estas simples preguntas:


En la Biblia, ¿qué animal se tragó a Jonás?


¿Cuántos animales de cada tipo llevó Moisés en el arca?


Si eres como la mayoría de las personas, habrás respondido “ballena” a la primera pregunta y habrás dicho “dos” a la segunda. Muy pocos se dan cuenta de que no fue Moisés, sino Noé, quien construyó el arca en la Biblia.


Este fenómeno se conoce como la ilusión de Moisés y tiene profundas implicaciones en nuestra vida cotidiana porque refleja nuestra incapacidad para detectar los errores en el mundo. Aunque conozcamos la información correcta, tenemos una tendencia a pasar por alto los fallos.


Ceguera a los errores


En 1981 dos psicólogos, Thomas D. Erickson, de la Universidad de California, y Mark E. Mattson, de la Universidad Estatal de Nueva York, descubrieron que el 80% de las personas no notaron el error en las preguntas al inicio de este artículo.


Lo curioso fue que los participantes no notaron el error ni siquiera cuando les advirtieron que algunas preguntas podrían estar equivocadas o cuando se eliminó la presión del tiempo, para que pudieran pensar con más calma y no estuvieran estresados por responder.


Psicólogos de la Universidad de Duke fueron un paso más allá y replicaron ese experimento, pero resaltando en rojo datos importantes que los participantes debían evaluar con mayor detenimiento. Los resultados fueron desastrosos.


La mayoría de las personas no solo siguieron sin notar el error en las preguntas, sino que en una prueba posterior incluían esos datos erróneos en sus respuestas, lo cual indica que los habían incorporado en su concepción del mundo.


El problema es que apenas unos días antes de la prueba los psicólogos habían evaluado sus conocimientos y eran correctos. Eso significa que, aunque aparentemente no nos fijemos en los detalles incorrectos, en realidad nuestra mente está tomando nota de ellos e incorporándolos a nuestro sistema de conocimientos.


Todo es verdadero hasta que no se demuestre lo contrario


Todos pensamos que somos inteligentes y que si vemos un error o una información falsa nos daremos cuenta y no lo creeremos. Pero en realidad todos podemos ser engañados. La ilusión de Moisés se sustenta en nuestra manera de procesar la información.


Spinoza hipotetizó que cuando estamos delante de una idea, en vez de seguir un camino lógico de evaluación para aceptarla o rechazarla, lo que hacemos es aceptarla automáticamente. El rechazo sería un segundo paso que requiere un mayor esfuerzo cognitivo.


La ciencia confirma su hipótesis. Investigadores de la Universidad de Texas pidieron a un grupo de personas que acturan como jueces indicando qué pena aplicarían a dos delincuentes que habían cometido un delito. La “trampa” radicaba en que los informes policiales contenían afirmaciones verdaderas y falsas, cada una de colores diferentes.


Aunque a los participantes les advirtieron que los informes contenían datos falsos y les indicaron cuáles eran, recomendaron casi el doble de tiempo de condena cuando las declaraciones falsas exacerbaban la severidad del crimen. Esto demuestra que, en un principio, asumimos lo que leemos o escuchamos como verdadero y solo después de reflexionar sobre ello podemos catalogarlo como falso.


¿Por qué estamos sesgados positivamente?


La teoría de la verdad por defecto


Todos somos propensos a lo que se conoce como “sesgo de la verdad”, el cual se produce independientemente de la fuente de la información o del conocimiento previo que tengamos.


Según la teoría de la verdad por defecto, asumimos que los demás son honestos. No pensamos en el engaño como una posibilidad en la comunicación hasta que no tengamos pistas que nos hagan dudar. De hecho, un estudio realizado en la Universidad de Alabama indicó que nuestra precisión para detectar las mentiras es inferior al 50%.


Es probable que esa tendencia inicial a asumir las afirmaciones como verdaderas sea un sesgo destinado a facilitar la comunicación. A fin de cuentas, es mucho más fácil asumir que la persona que tenemos delante nos está diciendo la verdad que pasar por un “detector de mentiras” todo lo que dice.


De hecho, no caemos en la ilusión de Moisés cuando la información es evidentemente incorrecta. Psicólogos de la Northwestern University comprobaron que confiamos menos en las inexactitudes increíbles que en las plausibles. Por tanto, si nos preguntaran “¿Cuántos animales de cada tipo llevó Kennedy en el arca?”, habríamos notado el error. El problema es cuando la información es plausible.


¿Es posible escapar de la ilusión de Moisés?


Tener experiencia o un mayor conocimiento sobre determinados temas nos permitirá estar más preparados para detectar los errores, falsedades y la desinformación. Un estudio realizado en la Universidad de Duke, por ejemplo, comprobó que los estudiantes de Historia detectan mejor los errores históricos en las afirmaciones que los estudiantes de Biología, y viceversa. Sin embargo, el conocimiento previo no es suficiente porque muchas veces no lo usamos.


Un experimento llevado a cabo en la Universidad Vanderbilt comprobó que lo que más eficaz para disminuir la ilusión de Moisés es actuar como si fuéramos verificadores de hechos. O sea, asumir una actitud crítica desde el inicio y verificar toda la información.


Se trata de un esfuerzo cognitivo considerable, pero activar nuestro pensamiento crítico es la única manera de protegernos de la manipulación, el engaño y la desinformación.


Jennifer Delgado Suárez

Enlace: https://rinconpsicologia.com/ilusion-de-moises-verdad-por-defecto/

Imagen: Adobe Spark Post