Publicado: 5 de Enero de 2017

Solemos pensar en nuestra memoria como en un gran almacén donde nuestros recuerdos están a salvo. De hecho, de cierta forma lo es. La memoria es como un almacén donde nuestros recuerdos son catalogados y etiquetados. Sin embargo, no es un almacén perfectamente organizado y a menudo esos recuerdos se mezclan o incluso se confunden con experiencias que nos han contado otras personas o que hemos soñado. Por eso, no es extraño que psicólogos de la Universidad de Warwick hayan descubierto que la mitad de las personas recuerdan eventos que en realidad nunca sucedieron.


Cuéntame lo que nunca ha pasado, y lo recordaré


En el estudio participaron más de 400 personas, a las cuales se les implantaron recuerdos falsos, como haber dado un paseo en globo durante su infancia, haber hecho una broma pesada a un profesor o haber causado un incidente en una boda. Todo lo que hicieron los investigadores fue hablar de estos eventos asociándolos con otros hechos reales de la vida de las personas y más tarde el 30% de los participantes afirmaron “recordar” esos eventos falsos e incluso brindaron más detalles de lo que había sucedido. Otro 23% afirmó al inicio que no recordaban lo sucedido pero después dijeron que sí lo recordaban.


Sin embargo, las imágenes de los supuestos eventos, al contrario de lo que se podría suponer, no reforzó la memoria sino que hicieron que los participantes dudasen. Los psicólogos piensan que las imágenes hacen que la persona se esfuerce menos por recrear el suceso en su memoria, por lo que es más difícil que lo acepte como propio y logre conectarlo con otras vivencias. 


De hecho, otro estudio realizado en la Universidad de California descubrió que las personas que practican la meditación mindfulness son más propensas a recordar cosas que nunca han ocurrido. Esto se debe a que este tipo de meditación está enfocado en las experiencias interiores, en escudriñar el proceso mental, por lo que a las personas les puede resultar más difícil distinguir entre sus vivencias reales y aquellas que han imaginado.

Es más fácil implantar recuerdos falsos cuando estos evocan emociones negativas o sensaciones


En otro experimento llevado a cabo en la Universidad de Maastricht los psicólogos trabajaron con 76 niños de entre 7 y 9 años. Les pidieron que recordaran algún suceso que les hubiera ocurrido el año pasado y que imaginaran un evento de carácter neutral y otro negativo. 


Una semana más tarde volvieron a entrevistar a los niños preguntándoles sobre los tres eventos de los que habían hablado en el primer encuentro. Curiosamente, el 74% de los pequeños desarrollaron recuerdos falsos, sobre todo cuando estos tenían una impronta emocional negativa, como cuando imaginaban el acoso de un compañero de clase.


Los investigadores creen que los adultos no somos inmunes a este efecto. La clave radica en que los recuerdos neutrales no se almacenan en el mismo lugar que las experiencias de impronta negativa. De hecho, los recuerdos o los hechos negativos que imaginamos establecen más conexiones con el material existente, por lo que es probable que al recordarlos se activen otras memorias similares, las cuales reafirman ese suceso, aunque sea falso.

También se ha apreciado que cuando a las historias se les añaden detalles relacionados con los sentidos, como el tacto, el gusto, el olor y el oído, es más probable que consideremos ese hecho como real, lo cual se debe a que muchos de nuestros recuerdos están profundamente vinculados con este tipo de sensaciones.

De hecho, en uno de los experimentos más famosos sobre los recuerdos falsos, las personas, después de tan solo unos minutos de conversación, recordaban con felicidad aquel momento de su infancia en el que habían abrazado en su visita a Disney World a Bugs Bunny. Algunos describían la sensación de la piel del personaje y cómo se sintieron al acariciar sus enormes orejas. Más de una tercera parte de las personas que participaron en la investigación recordaron ese momento, aunque era imposible que hubiera ocurrido ya que el famoso conejo no es un personaje de Disney.


Los recuerdos falsos pueden ayudarnos a solucionar ciertos problemas o conflictos


Los recuerdos falsos son una construcción de la mente, aunque los recordamos como si fueran reales. Se producen debido a que la memoria no es un proceso pasivo sino que está cambiando y reconstrutyéndose continuamente. De hecho, en función de nuestras necesidades y expectativas, sin darnos cuenta de ello, añadimos o restamos detalles al recuerdo. Por tanto, esa memoria, que fue creada en algún momento a partir de una experiencia, sufre una serie de retoques sutiles a lo largo del tiempo, según vamos cambiando.

Nuestra memoria es falible y propensa a las distorsiones. Eso también indica que es manipulable y muy susceptible a lo que nos digan los demás. A primera vista, esa falta de fiabilidad de la memoria puede parecer algo negativo pero psicólogos de laCity University afirman que no es así, o que al menos tiene su lado positivo que podemos usar a nuestro favor.


En esta ocasión los investigadores trabajaron con 30 adultos y 30 niños, quienes debían memorizar cuatro listas de diez palabras cada una y luego intentar recordarlas. Cada lista estaba formada por palabras relacionadas, aunque algunas listas tenían contenidos neutros, como “papel” y “mesa” y otros vinculados a la supervivencia, como "fuego" y "muerte". 

A continuación debían resolver una serie de rompecabezas compuestos por diferentes palabras, pero la solución se encontraba en las palabras que habían memorizado anteriormente. Lo curioso fue que aquellas personas que recordaron más palabras falsas también resolvían más rompecabezas y con mayor rapidez. Este efecto era aún más pronunciado cuando las palabras tenían un impacto emocional negativo.

Los psicólogos afirman que cuando nuestros recuerdos se vinculan con conceptos o experiencias que guardan algún tipo de relación, pueden aparecer memorias falsas, pero estas no son necesariamente negativas sino que pueden tener el objetivo de ayudarnos a solucionar determinados problemas o afrontar ciertos conflictos, aunque no siempre seamos plenamente conscientes de ellos.

De hecho, las memorias falsas son tan reales como las auténticas y pueden sernos de gran ayuda en determinados momentos. Por ejemplo, se ha apreciado que "recordar" lo mal que nos sentimos después de haber bebido demasiado puede contribuir a que rechacemos el alcohol, lo cual podría ayudarnos a lidiar con esta adicción, por ejemplo.

En otros casos, los detalles y cambios que añadimos a nuestros recuerdos nos ayudan a tener una imagen de nosotros mismos más coherente con el "yo" que somos ahora. En práctica, es como si le diéramos una mano de pintura a ciertos recuerdos, para que encajen mejor con nuestra identidad actual.



Fuentes:

Scoboria, A. et. Al. (2016) A mega-analysis of memory reports from eight peer-reviewed false memory implantation studies. Memory; 1-8.

Wilson, B. et. Al. (2015) Increased False-Memory Susceptibility After Mindfulness Meditation. Psychological Science: 26(10): 1567-1573.

Howe, M. L. et. Al. (2013) Positive consequences of false memories. Behav Sci Law; 31(5): 652-665. 

Orgaar, H. et. Al.(2008) Children’s false memories: Easier to elicit for a negative than for a neutral event. Acta Psychologica; 128(2): 350-354.