Publicado: 22 de Noviembre de 2017

No te conviertas en un pesimista. El pesimista suele tener más razón que el optimista, pero el optimista disfruta más, y al final ninguno de ellos puede detener el curso de los acontecimientos”, dijo Robert Anson Heinlein. Por supuesto, no se trata de cultivar un optimismo ingenuo, pero como norma, ver la vida desde el lado más negativo no resulta de gran ayuda.

El pensamiento positivo, que cuenta con fieles seguidores y acérrimos detractores, en realidad no implica repetir como una cantilena una serie de afirmaciones positivas para combatir los pensamientos recurrentes positivos. Es una transformación mucho más profunda a nivel de actitud que implica ser capaces de detectar nuestros pensamientos destructivos, esos que empeoran aún más las situaciones, y ser capaces de asumir una actitud más constructiva que nos beneficiará.

El pensamiento positivo estimula la acción, nos convierte en personas proactivas que se responsabilizan por su vida. Al contrario, una actitud negativa basada en pensamientos destructivos nos bloquea en el sufrimiento, encerrándonos dentro de un círculo vicioso. Por eso, es importante mantenerse atentos a los pensamientos que actúan como vampiros ya que succionan nuestra energía y positividad. 

Los pensamientos que te bloquean e impiden crecer

De cierta forma, esos pensamientos destructivos son una especie de tortura psicológica que nos autoaplicamos.

1. Pensamiento de la privación

Todos hemos sido víctimas del pensamiento de la privación, por lo que se trata del primer “vampiro mental” del que necesitamos deshacernos si queremos desarrollar una actitud más positiva.

En práctica, tenemos este pensamiento cada vez que nos centramos en lo que hemos perdido, lo que podríamos perder o lo que podríamos haber tenido. Resulta obvio que este tipo de pensamiento solo genera sufrimiento, es como fijarse únicamente en que el vaso está medio vacío, sin darnos cuenta de que también está medio lleno.

El problema de este tipo de pensamiento es que nos lleva a centrarnos únicamente en la pérdida, por lo que no seremos capaces de ver las nuevas oportunidades. Si nos quedamos llorando por el amor perdido, jamás estaremos preparados para comenzar una nueva relación que puede aportarnos muchas cosas bonitas. 

De la misma forma, si en una relación solo pensamos en que podemos perder a esa persona, terminaremos desarrollando unos celos enfermizos que, a la larga, ahogarán a la otra persona y harán que se marche de nuestro lado.

Desde cualquier perspectiva que lo miremos, el pensamiento de privación no nos aporta nada interesante y positivo sino que nos condena a un bucle de quejas, lamentaciones y autoconmiseración.

2. Pensamiento de la negación

El segundo “vampiro mental” en el que caemos a menudo es el pensamiento de la negación, y es uno de los peores ya que normalmente no somos conscientes de su existencia. Sin embargo, este pensamiento nos convence de que no podremos alcanzar una meta o vivir ciertas experiencias. Es un límite que nos ponemos a nosotros mismos, condenándonos a mantenernos en nuestra zona de confort, donde no somos felices sino que nos limitamos a sobrevivir.

Lo curioso es que normalmente este pensamiento no es nuestro, sino que lo hemos introyectado, ya sea de nuestros padres, maestros o directamente de la sociedad. Por ejemplo, si pensamos que para emprender necesitamos un gran capital inicial, jamás llevaremos adelante nuestra idea. El principal problema es que este pensamiento nos bloquea, de manera que ni siquiera buscaremos soluciones alternativas para cumplir nuestro sueño o proyecto.

De la misma manera, si inconscientemente pensamos que no somos dignos de ser amados o valorados, sabotearemos todas nuestras relaciones porque es más fácil fijarse en las señales que comprueban nuestras creencias que notar aquellas que las echan por tierra.

El pensamiento de la negación es tan fuerte que llega a convertirse en una especie de “discapacidad psicológica” que nos condena a lo que ya conocemos y nos impide crecer.

3. Pensamiento de la sustracción

El último “vampiro mental” más común es el pensamiento de la sustracción, aunque sería más adecuado decir el terror a la sustracción. Este pensamiento está originado en la creencia de que debemos tener siempre más porque sumar equivale a ser exitosos y restar es sinónimo de fracaso. Sin embargo, madurar no significa sumar sino aprender a restar.

El pensamiento de sustracción genera un miedo enorme a tener menos, a no ser capaces de sumar continuamente. De esta manera, corremos el riesgo de obsesionarnos con tener menos que los demás, con ser menos felices, menos amados, tener menos oportunidades y, por supuesto, ganar menos.

El problema es que este tipo de pensamiento nos mantiene ansiosos y corriendo, siempre en busca de más, aunque no sepamos exactamente qué significa ese “más”. Este pensamiento genera la ilusión de que el significado de la vida es acumular, y dado que siempre necesitamos más, nunca estamos satisfechos. Es como si fuéramos un hámster que corremos en una rueda que no para de girar, hasta que nuestra porpia velocidad termina mareándonos.

Sin embargo, para encontrar la paz interior y ser felices solo es necesario sentirnos agradecidos por lo que tenemos, que no significa que no tengamos nuevos objetivos sino que nos damos el permiso para ser felices aquí y ahora, mientras recorremos el camino hacia la meta que queremos alcanzar.

Cambia frecuencia y sintoniza nuevos pensamientos

Todos, antes o después, somos víctimas de estos pensamientos negativos que se convierten en obstáculos para nuestro desarrollo. Podemos pensar en ellos como en la frecuencia de una radio. Cuando escuchas una emisora que no te gusta, simplemente cambias el dial. Lo mismo vale para los pensamientos negativos que te roban la energía mental.

En su lugar puedes colocar pensamientos más realistas, que te ayuden a conseguir tus objetivos, plantearte nuevas metas o simplemente ser un poco más feliz. De hecho, ni siquiera tiene que tratarse de "pensamientos positivos" sino que es mejor hablar de "pensamientos desarrolladores". Por supuesto, no basta con repetirte mantras positivos porque no puedes engañar de manera tan burda a la mente. 

Antes es necesario que te involucres en un proceso de autodescubrimiento que te permita comprender cuál es el origen de esos pensamientos, cuáles son las creencias erróneas que se encuentran en su base y los alimentan. Cuando te des cuenta de que esas creencias no son adaptativas, no te hacen feliz y no tienen razón de ser, tus nuevos pensamientos positivos se convertirán en tu realidad.

Jennifer Delgado Suárez 

Enlace: https://www.rinconpsicologia.com/2017/09/vampiros-del-pensamiento-positivo.html