Publicado: 20 de Noviembre de 2020

La palabra es una de las herramientas más poderosas que tenemos. Con las palabras podemos acercarnos, entendernos, pedir ayuda, recibir consuelo… Pero con las palabras también podemos distanciarnos, malinterpretarnos, herirnos…


A veces “las palabras violentan la comprensión, arrojan a la confusión y conducen a la humanidad a innumerables y vanas controversias y errores”, dijo Francis Bacon. Las palabras pueden convertirse en una forma de abuso psicológico, más o menos sutil y enmascarado, en nuestras relaciones. Sin embargo, la violencia verbal solo genera insatisfacción, frustración y, en última instancia, sometimiento.


El principal problema es que detectar el maltrato verbal no resulta sencillo. En ocasiones es difícil distinguir una discusión acalorada en la que se dijeron cosas que no debían ser dichas de la manipulación o el abuso, de manera que terminamos justificando al otro o buscando justificaciones para nuestras palabras.


Por otra parte, la violencia y manipulación verbal abarcan un amplio rango de actitudes que van más allá de los insultos y amenazas. Muchas veces el abuso verbal se produce de manera subrepticia y, como proviene de quienes más queremos, nos cuesta reconocerlo.


5 formas de manipulación verbal en las relaciones


1. Retención, el silencio y la indiferencia como armas de control


La retención es una forma de abuso psicológico en la que una persona se niega a compartir información con el otro de manera sistemática. Esa persona recurre al uso del silencio. Deja de hablar como castigo y se limita al uso de monosílabos y las frases imprescindibles para organizar la jornada. Así logra que el otro se sienta culpable y ceda a sus demandas.


Cuando en una relación una de las dos personas no comparte sus ideas y sentimientos, condena al otro a una especie de ostracismo psicológico, sometiéndole a una gran presión. La víctima comprende que algo va mal en la relación, pero anda a ciegas porque los canales de comunicación se han cortado. De esta manera se crea una especie de guerra fría de la que es muy difícil salir sin capitular.


2. Bloqueo del diálogo, cuando el objetivo es mantener el conflicto


Esta estrategia de manipulación verbal consiste en desviar la atención del problema principal. La persona es quien decide qué temas de comunicación son adecuados y bloquea aquellos que considera más sensibles, generalmente porque socavan su posición de poder en la relación.


De esta manera termina introduciendo un elefante en la habitación. Ambos son conscientes de que existe un conflicto, pero este se convierte en un tabú, que la víctima no se atreve a tocar porque teme la reacción del otro.


3. Trivialización, minimizar el mundo interior del otro


La descalificación es una estrategia de manipulación verbal en la cual la persona invalida los sentimientos o ideas del otro. Puede realizarse a través de una crítica o una broma, pero su objetivo es restar importancia a la realidad interior del otro o hacer que sus pensamientos, actos o sentimientos parezcan insignificantes y triviales, de manera que no sean dignos de atención.


La persona banaliza todo lo que dice o sugiere su víctima, llegando a negarle la validación emocional que todos necesitamos para sentirnos reforzados. Puede tacharla de ser demasiado sensible, infantil o inexperta. Así llega un punto en el que la víctima se cuestiona a sí misma y duda de sus propias opiniones. En los casos extremos, la víctima llegará a sentirse mal por pensar como piensa o sentir lo que siente. Creerá que hay algo de malo o inadecuado en sus reacciones.


4. Negación, rechazar la responsabilidad propia


La negación es una estrategia de manipulación verbal muy común. Se produce cuando la persona no reconoce que se ha equivocado, niega su mal comportamiento o los resultados de este. Se trata de un rechazo de la responsabilidad individual y una negativa rotunda a asumir las consecuencias de sus actos, actitudes o palabras.


Esta persona siempre buscará una manera para justificar y racionalizar su comportamiento. El problema es que al negar su cuota de responsabilidad, la relación llega a un punto muerto, de manera que la víctima se ve obligada a cargar con el peso de la misma, un peso que debería ser compartido.


5. Culpar y criticar, la estrategia de manipulación por excelencia


La manipulación inculpatoria es una estrategia en la cual se intenta trasladar toda la responsabilidad al otro. No se produce una negación sino una acusación directa. La persona culpará al otro de todos los conflictos y problemas que existan en la relación. De hecho, también es común que la culpe incluso de sus propias insatisfacciones y fracasos en la vida. De esta manera logra someter a su víctima.


Es habitual que esa persona use la crítica como arma arrojadiza. Criticará y juzgará a su víctima continuamente hasta hacerle perder la confianza en sí misma y hundir su autoestima. Cuando la víctima termina sintiéndose más vulnerable psicológicamente, terminará aceptando la culpa que le intentan achacar y se someterá a los deseos del otro.


Ser capaces de detectar la manipulación verbal es el primer paso para ponerle coto. Por eso es importante mantenernos atentos a las pequeñas señales que indiquen que la comunicación en una relación se está alejado de los derroteros asertivos. Un signo de alarma importante es que las discusiones, lejos de solucionar los problemas, genera nuevos conflictos y acrecienta la insatisfacción. En ese momento hay que hacer un alto y recapitular, porque quizá uno de los dos está usando el conflicto como arma arrojadiza para obtener beneficios secundarios en la relación.


Jennifer Delgado Suárez

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