Publicado: 28 de Marzo de 2018

¿Por qué nos preocupa tanto tener una motivación alta? ¿Por qué hay decenas de libros, páginas, vídeos y hasta programas de televisión que nos instan a permanecer siempre en un estado de motivación alta?.

Pero aún más importante, ¿Por qué narices nos interesa?. Una motivación alta se puede perseguir por varias causas:

1. Insatisfacción con nuestro rendimiento en la vida.
2. Sensación de perder el tiempo continúamente.
3. Vivir sin un rumbo fijo ni planificación.
4. Creencias limitantes que queremos superar.
5. Porque otros nos dicen que tenemos que cambiar.
6. Porque creemos que la motivación es el motor del cambio.

Si te identificas en alguna de estas causas, es que probablemente seas humano (sino lo eres déjame una señal en forma de comentario, por favor).

Hace tiempo leí un par de estudios donde se relacionaba el exceso de optimismo ingenuo con efectos contraproducentes a la hora de mantener una alta motivación. Vamos, que mirarte al espejo todos los días y decir “PORQUE YO LO VALGO” con una sonrisa de oreja a oreja, es muy bonito, pero vacío de contenido a menos que…

¿A menos que qué?

Que actúes de manera coherente con esos pensamientos. Es mejor la frase de “Quien quiere igual puede, y quien no haga no podrá nunca“, que un “Si quieres puedes” porque pensar así es el primer paso al fracaso, aunque la psicología positiva sí tiene sus beneficios.

Efectivamente la motivación es el motor de cada una de todas nuestras acciones/inacciones. Si no tienes motivación, es que no tienes interés, y sino tienes interés es que no te importa, y sino te importa ¿Para qué narices te preocupas en tener la motivación alta?. Lo que hay que tener son “ganas de..” (exacto, como en la canción de Joaquin Sabina).

Así que por fin llegamos, después de 300 y pico palabras carentes de sentido, al meollo del post:

¿Cómo conseguir de una vez, ganas de tener ganas? (DIY)

Para ello, te dejo unas pocas preguntas para que tú mismo te apliques el método socrático.

¿Te gusta lo que estás haciendo en tú vida?
¿Qué es lo que querrías estar haciendo?
¿Qué harías si supieras que ibas a tener éxito?
¿Qué te impide ir a por lo que quieres?
¿Qué personas son las que te arrastran al fangoso suelo?
¿Qué estás aguantando que no te hace feliz en tu trabajo/vida?
¿Qué alternativas tienes?
¿Qué necesitas para ponerte en marcha y cambiar?
¿Quién necesitas para arrancar el viaje?
¿Qué sería lo peor que pudiera pasar?

Con esto ya podrías empezar a ver en tu interior, si tienes motivos para el cambio o no, si los tienes claros ¡Enhorabuena!(Además puedes saltarte el siguiente párrafo).

Si no los tienes del todo claro, para eso está la figura del psicólogo y coach, (Un coach es al final un psicólogo, lo que pasa que en este país hay un estigma hacia el psicólogo como si fuera “cosa de locos” y luego claro, nos leemos un libro de autoayuda, lo cerramos pensando “Soy Superman” echas a volar, y hostia que te crió).

¿Y cuando los tenga claros? (Te aconsejo contratar a un coach igualmente, y si esperas un par de años búscame por linkedin).

Cuando tengas tus motivos claros

Hazte un plan, ¿fácil de decir, eh?. Visualiza hasta donde quieres llegar, y visualiza qué pasos hay que dar y en qué orden, recuerda, hay que salir de la zona de confort.

Divide ese objetivo en subobjetivos cortoplacistas. A partir de ahí trabaja por y para ellos. Hazlo sin dilación, como dice Franck Scipion (uno de los referentes en el mundo de los blogs) sé un asesino en serie de las tareas.

Es la única manera de llegar a conseguir algo y mantener esa motivación alta. Repasa tus motivos para llegar al final, las ganas que tienes de ello, y enfócate en la tarea.

A muchas personas les resulta incómodo poner plazos a las tareas, pero porque erróneamente son vistos esos plazos como algo limitante, cuando en realidad son y deben ser una guía y motivación de lo que queremos hacer, no hay que obsesionarse en la fecha límite, sino trabajar, trabajar y trabajar. (yo soy de los que marcan la fecha a todo, y tampoco está bien, sólo hay que ponerle fecha a lo que tiene que tener fecha, toma perogrullada…)

Tienen que ser plazos realistas, pero como se dice en el libro: “La planificación es la diferencia entre las buenas intenciones y los objetivos reales”. Todos sabemos que no es lo mismo reinventarse a los 18 que a los 40, o hacerlo sin cargas que con ellas, pero se puede intentar SIEMPRE.

Personalmente, me parece una irresponsabilidad los que aconsejan dejarlo todo por “vivir tu sueño y ser feliz”, muy bonito, pero también hay que comer, y los sueños solamente alimentan el espíritu.

Lo que hay que hacer es remar, guiar, conducir, trabajar todos los días lo que puedas para llegar al final que quieres. Provoca que tus acciones te encaminen hacia tus Motivos. Pero no te permitas distraerte. Camina cada día aunque sea un ratín, y acabarás llegando a la meta.

Nadie en su sano juicio va a asegurarte el éxito, pero si eres consciente de donde te metes y trabajas por ello, es fácil y plausible que salgan las oportunidades.

Te quiero dejar una breve adaptación de un cuento (es de Jorge Bucay), si no te apetece leer el cuento, al final del post os dejo un vídeo con la narración:

El portero del prostíbulo

Este cuento trata sobre un hombre común. Ese hombre era el portero de un prostíbulo.

No había en aquel pueblo un oficio peor conceptuado y peor pagado que el de portero del prostíbulo… Pero ¿qué otra cosa podría hacer aquel hombre?

De hecho, nunca había aprendido a leer ni a escribir, no tenía ninguna otra actividad ni oficio. En realidad, era su puesto porque su padre había sido el portero de ese prostíbulo y también antes, el padre de su padre.

Durante décadas, el prostíbulo se pasaba de padres a hijos y la portería se pasaba de padres a hijos.Un día, el viejo propietario murió y se hizo cargo del prostíbulo un joven con inquietudes, creativo y emprendedor. El joven decidió modernizar el negocio.

Modificó las habitaciones y después citó al personal para darle nuevas instrucciones.

Al portero, le dijo:

– “A partir de hoy, usted, además de estar en la puerta, me va a preparar una planilla semanal. Allí anotará usted la cantidad de parejas que entran día por día. A una de cada cinco, le preguntará cómo fueron atendidas y qué corregirían del lugar. Y una vez por semana, me presentará esa planilla con los comentarios que usted crea convenientes.”

El hombre tembló, nunca le había faltado disposición al trabajo pero…

– “Me encantaría satisfacerlo, señor”, balbuceó. “Pero yo… yo no sé leer ni escribir.”

– “¡Ah! ¡Cuánto lo siento! Como usted comprenderá, yo no puedo pagar a otra persona para que haga esto y tampoco puedo esperar hasta que usted aprenda a escribir, por lo tanto…”

– “Pero señor, usted no me puede despedir, yo trabajé en esto toda mi vida, también mi padre y mi abuelo…”

No lo dejó terminar.

– “Mire, yo comprendo, pero no puedo hacer nada por usted. Lógicamente le vamos a dar una indemnización, esto es, una cantidad de dinero para que tenga hasta que encuentre otra cosa. Así que, los siento. Que tenga suerte.”

Y sin más, se dio vuelta y se fue.

El hombre sintió que el mundo se derrumbaba. Nunca había pensado que podría llegar a encontrarse en esa situación. Llegó a su casa, por primera vez, desocupado. ¿Qué hacer?

Recordó que a veces en el prostíbulo cuando se rompía una cama o se arruinaba una pata de un ropero, él, con un martillo y clavos se las ingeniaba para hacer un arreglo sencillo y provisorio. Pensó que esta podría ser una ocupación transitoria hasta que alguien le ofreciera un empleo.

Buscó por toda la casa las herramientas que necesitaba, sólo tenía unos clavos oxidados y una tenaza mellada. Tenía que comprar una caja de herramientas completa. Para eso usaría una parte del dinero que había recibido.

En la esquina de su casa se enteró de que en su pueblo no había una ferretería, y que debería viajar dos días en mula para ir al pueblo más cercano a realizar la compra. ¿Qué más da? Pensó, y emprendió la marcha. A su regreso, traía una hermosa y completa caja de herramientas. No había terminado de quitarse las botas cuando llamaron a la puerta de su casa. Era su vecino.

– “Vengo a preguntarle si no tiene un martillo para prestarme.”

– “Mire, sí, lo acabo de comprar pero lo necesito para trabajar… como me quedé sin empleo…”

– “Bueno, pero yo se lo devolvería mañana bien temprano.”

– “Está bien.”

A la mañana siguiente, como había prometido, el vecino tocó la puerta.

– “Mire, yo todavía necesito el martillo. ¿Por qué no me lo vende?”

– “No, yo lo necesito para trabajar y además, la ferretería está a dos días de mula.”

– “Hagamos un trato”, dijo el vecino. “Yo le pagaré a usted los dos días de ida y los dos días de vuelta, más el precio del martillo, total usted está sin trabajar. ¿Qué le parece?”

Realmente, esto le daba un trabajo por cuatro días… Aceptó. Volvió a montar su mula. Al regreso, otro vecino lo esperaba en la puerta de su casa.

– “Hola, vecino. ¿Usted le vendió un martillo a nuestro amigo?”

– “Sí…”

– “Yo necesito unas herramientas, estoy dispuesto a pagarle sus cuatro días de viaje y una pequeña ganancia por cada herramienta. Usted sabe, no todos podemos disponer de cuatro días para nuestras compras.”

El ex–portero abrió su caja de herramientas y su vecino eligió una pinza, un destornillador, un martillo y un cincel. Le pagó y se fue..“…No todos disponemos de cuatro días para hacer compras”, recordaba.

Si esto era cierto, mucha gente podría necesitar que él viajara a traer herramientas.

En el siguiente viaje decidió que arriesgaría un poco del dinero de la indemnización, trayendo más herramientas que las que había vendido. De paso, podría ahorrar algún tiempo en viajes.

La voz empezó a correrse por el barrio y muchos quisieron evitarse el viaje. Una vez por semana, el ahora corredor de herramientas viajaba y compraba lo que necesitaban sus clientes.

Pronto entendió que si pudiera encontrar un lugar donde almacenar las herramientas, podría ahorrar más viajes y ganar más dinero. Alquiló un cobertizo. Luego le hizo una entrada más cómoda y algunas semanas después con una vidriera, el cobertizo se transformó en la primera ferretería del pueblo. Todos estaban contentos y compraban en su negocio.

Ya no viajaba, de la ferretería del pueblo vecino le enviaban sus pedidos. Él era un buen cliente.Con el tiempo, todos los compradores de pueblos pequeños más lejanos preferían comprar en su ferretería y ganar dos días de marcha.

Un día se le ocurrió que su amigo, el tornero, podría fabricar para él las cabezas de los martillos. Y luego, ¿por qué no? las tenazas… y las pinzas… y los cinceles. Y luego fueron los clavos y los tornillos…

Para no hacer muy largo el cuento, sucedió que en diez años aquel hombre se transformó con honestidad y trabajo en un millonario fabricante de herramientas. El empresario más poderoso de la región. Tan poderoso era, que un año para la fecha de comienzo de las clases, decidió donar a su pueblo una escuela. Allí se enseñarían además de lectura y escritura, las artes y los oficios más prácticos de la época.

El intendente y el alcalde organizaron una gran fiesta de inauguración de la escuela y una importante cena de agasajo para su fundador. A los postres, el alcalde le entregó las llaves de la ciudad y el intendente lo abrazó y le dijo:

– “Es con gran orgullo y gratitud que le pedimos nos conceda el honor de poner su firma en la primera hoja del libro de actas de la nueva escuela.”

– “El honor sería para mí”, dijo el hombre. “Creo que nada me gustaría más que firmar allí, pero yo no sé leer ni escribir. Yo soy analfabeto.”

– “¿Usted?”, dijo el intendente, que no alcanzaba a creerlo.

– “¿Usted no sabe leer ni escribir?¿Usted construyó un imperio industrial sin saber leer ni escribir? Estoy asombrado. Me pregunto ¿qué hubiera hecho si hubiera sabido leer y escribir?”

– “Eso sí se lo puedo contestar”, respondió el hombre con calma. “¡Si yo hubiera sabido leer y escribir… sería portero del prostíbulo!.”

La cuestión es que la vocación se crea con el oficio, a base de trabajar en algo, de conocerlo, de ser mejor profesional y resolver cada vez más y mejor los problemas es cuando se crea una vocación (que no te vendan lo contrario ni te hagan creer que si de pequeño no soñabas con ser “xxxxx” es que no es tú vocación).

En esta vida el que cuenta es el profesional. Y lo segundo que hay que leer en el cuento, es que:“Una patada en el culo, siempre es una patada hacia delante”.

Chus Díez

Enlace: http://psicopedia.net/1022/motivos-para-tener-motivos/amp/