Publicado: 27 de Abril de 2021

En la vida, a veces tenemos que lidiar con personas llenas de sí. Se trata de personas profundamente egocéntricas que consumen nuestros recursos mentales y energía psicológica. Los encuentros con ellas suelen ser agotadores. La conversación se convierte rápidamente en un monólogo que gira en torno al otro. Cuando finalmente nos despedimos, no podemos evitar sentirnos como si hubiéramos atravesado el desierto.


5 motivos por los que las personas llenas de sí resultan agotadoras


1. Sus problemas siempre son más graves que los tuyos


Las personas llenas de sí suelen desarrollar una perspectiva muy egocéntrica. Eso significa que les cuesta ponerse en el lugar de los demás y comprender sus problemas o empatizar con su sufrimiento.


Por eso, si les contamos nuestros problemas, inmediatamente sacarán a colación su rosario de dificultades. De esa manera trasladan el foco de nosotros a ellos mismos para convertirse en el centro de la atención.


Si les contamos una situación delicada, en vez de encontrar validación, nuestras palabras rebotarán y nos las devolverán amplificadas. Si les decimos que hemos estado enfermos, su enfermedad será más grave. Si acabamos de romper una relación de pareja, sacará a colación su terrible ruptura. Y si les hablamos de un proyecto que nos ilusiona, el suyo será más grande e interesante.


Cuando nos relacionamos con personas llenas de sí, podemos tener la sensación de que la vida es una competición continua. Esa necesidad de comparar las alegrías y angustias nos resulta agotadora, sobre todo en momentos en los que nos sentimos particularmente vulnerables.


2. Son inmunes a las señales sutiles de que no te interesa un tema


Las personas llenas de sí creen que los demás están hechos a su imagen y semejanza. Por tanto, asumen que lo que les interesa a ellas, también interesa a los demás. Cometen el error de pensar que los otros comparten sus valores y forma de ver la vida.


Son víctimas del efecto del falso consenso, de manera que sobreestiman el grado en que el resto de las personas comparten sus ideas, actitudes y comportamientos. Piensan que sus hábitos, preferencias y opiniones son compartidas por una inmensa mayoría.


Eso les impide notar las señales de desinterés que envía su interlocutor, lo cual suele llevarles a desarrollar extensos monólogos que terminan agotándonos. El problema es que cuando tenemos que prestar atención a algo que no nos interesa, nuestro cerebro tiene que esforzarse mucho más para seguir el hilo argumental y captar los detalles. Por eso terminamos más agotados mentalmente tras conversar con este tipo de personas.


3. Son extremadamente susceptibles a las críticas


A nadie le gusta equivocarse y recibir críticas por ello. Pero la mayoría de las personas tiene la madurez suficiente para encajar esas críticas e intentar mejorar o subsanar su error. Sin embargo, las personas llenas de sí responden de manera diferente.


Estas personas consideran las críticas como un ataque personal, se las toman demasiado a pecho y reaccionan de manera exagerada. Se sienten ofendidas y se ponen a la defensiva inmediatamente, una actitud con la cual terminan quemando los puentes hacia cualquier entendimiento posible.


Esa susceptibilidad extrema complica mucho las relaciones porque nos vemos obligados a andar con pies de plomo continuamente. Nos sentimos como si estuviéramos caminando sobre cristales, con una sensación de tensión o urgencia continua. Nos vemos obligados a medir el impacto de cada una de nuestras palabras y callarnos muchas cosas, lo cual termina siendo agotador.


4. Te obligan a caminar en una cuerda floja emocional


Las personas llenas de sí están extremadamente imbuidas en su mundo, sentimientos, problemas y proyectos, de manera que las relaciones que establecen con los demás suelen ser inconsistentes. Relacionarse con ellas es como caminar por una cuerda floja.


Mantienen una comunicación constante cuando están muy emocionadas por algún proyecto o cuando tienen algún problema y necesitan nuestra ayuda, pero luego no están disponibles para devolvernos el favor o simplemente desaparecen porque han encontrado apoyo en otra persona. A su lado, podemos sentirnos en una montaña rusa emocional, muy lejos de la necesaria estabilidad afectiva que todos necesitamos.


Con estas personas es difícil pisar terreno firme, de manera que es complicado mantener una relación más íntima y satisfactoria. Su incapacidad para comprometerse a largo plazo suele generar relaciones líquidas que se caracterizan por unos vínculos afectivos frágiles.


5. Demandan un trato preferente


A pesar de que las personas llenas de sí mismas no suelen ser muy empáticas y les cuesta brindar validación emocional, a menudo exigen un trato preferente. Suelen pensar que están por encima de los demás y que los otros están en la obligación de escucharles y priorizar sus necesidades y problemas.


Estas personas sufren un sesgo egocéntrico que las lleva a creer que el mundo gira a su alrededor. Como comprobaron psicólogos del Tohoku Women’s Junior College, suelen calificar los comportamientos ajenos como más injustos y los comportamientos propios como más justos. Se atribuyen los éxitos y comportamientos positivos mientras proyectan sobre los demás los fracasos y comportamientos negativos.


A veces incluso pueden presentar rasgos maquiavélicos ya que, con el objetivo de recibir un trato preferente pueden poner en práctica comportamientos manipuladores. El hecho de que tengamos que poner continuamente barreras para defender nuestros derechos termina siendo agotador a largo plazo.


Reconocer el egocentrismo


Una pizca de egocentrismo no es negativa. Todos necesitamos pensar en nosotros y, en ciertas circunstancias, incluso priorizarnos. Sin embargo, cuando eso se convierte en un patrón y sentimos la necesidad imperiosa de ser el foco de atención, tenemos un problema que debemos resolver cuanto antes.


Detectar que estamos demasiado llenos de nosotros mismos no suele ser fácil pues el egocentrismo es como un muro que obstaculiza nuestra capacidad de introspección. Sin embargo, a veces basta con responder sinceramente a una pregunta: ¿Cuánto hemos aprendido/descubierto de la persona con la que estábamos hablando?


Si no podemos decir mucho de esa persona y ese patrón se repite, es probable que hayamos monopolizado la conversación. Y eso podría significar que hemos hablado demasiado y estamos demasiado llenos de nosotros mismos. En ese caso, deberíamos plantearnos practicar más la escucha activa. Hablar la mitad y escuchar el doble.


¿Cómo ayudar a una persona llena de sí misma?


Las personas llenas de sí mismas no suelen ser felices. Ese egocentrismo no es la expresión de una vida interior rica sino más bien de numerosas carencias que intentan compensar proyectando una falsa autoconfianza y una autoestima artificialmente elevada.


Para ayudar a estas personas, podemos hacerles notar su comportamiento, intentando que no lo perciban como una crítica destructiva sino animándoles a asumir una actitud más reflexiva ante la dinámica relacional agotadora que generan.


Por ejemplo, si estamos hablando de un problema que nos preocupa, podemos pedirle que se centre en esa situación en vez de cambiar el foco de atención hacia ellos mismos. Podríamos decir: “entiendo que lo hayas pasado mal, pero yo necesito tu ayuda/que me escuches en este momento”.


Cuando no nos interesa un tema, en vez de enviar señales sutiles, podríamos ser más directos. Un “lo siento, ese tema no me interesa” o “lo siento, no tengo tiempo ahora para hablar de ese tema” podrían bastar.


La clave radica en hacerles notar de manera amable pero directa que ese patrón relacional que intenta imponer nos resulta agotador e inaceptable. Por supuesto, estas personas no cambiarán de la noche a la mañana, pero si somos perseverantes en la defensa de nuestros derechos asertivos, esos intentos podrían dar frutos dando paso a una relación más gratificante de respeto y comprensión mutuos.


Jennifer Delgado Suárez

Enlace: https://rinconpsicologia.com/personas-llenas-de-si/

Imagen: Adobe Spark Post