Publicado: 19 de Diciembre de 2021

Cuando en el siglo XX el antropólogo Bronislaw Malinowski visitó las islas Trobriand, al oriente de la costa de Nueva Guinea, notó que los pescadores realizaban una serie de complejos rituales antes de aventurarse en mar abierto. Sin embargo, no realizaban esos ritos para salir a las tranquilas aguas de la laguna. Malinowski concluyó que aquellos rituales hacían que los pescadores se sintieran más seguros para hacer frente al impredecible poder del Océano Pacífico.


Hoy muchos rituales nos parecen supersticiosos o una simple pérdida de tiempo, pero el filósofo Byung-Chul Han revalora la importancia de los rituales y piensa que renegar de ellos contribuye a generar una sensación de desarraigo y orfandad que nos empuja a buscar continuamente nuevas experiencias sin sentirnos jamás satisfechos.


“Los ritos son acciones simbólicas. Transmiten y representan aquellos valores y órdenes que mantienen cohesionada una comunidad. Generan una comunidad sin comunicación, mientras que lo que predomina hoy es una comunicación sin comunidad”, afirma.


¿Qué es un ritual exactamente?


En Psicología, los rituales se definen como una secuencia predefinida de acciones simbólicas caracterizadas por la formalidad y la repetición que carece de un propósito instrumental directo. Por tanto, un rito está compuesto por una serie de comportamientos preestablecidos que tienen un significado simbólico y siguen una sucesión precisa, repitiéndose a lo largo del tiempo.


Sin embargo, para Byung-Chul Han el concepto de ritual va más allá. “Los rituales se pueden definir como técnicas simbólicas de instalación en un hogar. Transforman el ‘estar en el mundo’ en un ‘estar en casa’. Hacen del mundo un lugar fiable. Hacen habitable el tiempo. Por tanto, los ritos son en el tiempo lo que es la morada en el espacio”, explicó.


Los ritos como estabilizadores de la vida


Vivimos en una sociedad que nos somete a una enorme presión por producir y consumir. Esa presión acelera los tiempos y destierra las formas para centrarse en una supuesta esencia. Sin embargo, seguir ese ritmo implica zambullirnos en una trepidante alternancia de sucesos que nos impide demorarnos en ellos y disfrutarlos.


Eso genera un desasosiego permanente. Nos empuja a ir de un estímulo a otro perdiendo los asideros que dan estabilidad a nuestra vida. No vivimos las experiencias, las consumimos. Como resultado, las cosas que usamos terminan gastándonos. Las experiencias que vivimos terminan consumiéndonos.


Cuando “al tiempo le falta un armazón firme, no es una casa sino un flujo inconsistente. Se desintegra en la mera sucesión de un presente puntual. Se precipita sin interrupción. Nada le ofrece asidero. El tiempo que se precipita sin interrupción no es habitable”, advirtió Byung-Chul Han. Por eso podemos sentirnos más ansiosos o perder por completo el sentido de la vida.


En cambio, para Byung-Chul Han “los rituales dan estabilidad a la vida. Estabilizan la vida gracias a su mismidad, a su repetición”. Son patrones que, al repetirlos a lo largo del tiempo, se convierten en anclas que nos hacen sentir más cómodos y a gusto. Nos permiten demorarnos en algo más allá de su finalidad práctica. En el marco del ritual las cosas no se consumen ni se gastan, solo se usan.


La ciencia le da la razón. Los rituales aportan orden y estructura a un mundo intrínsecamente caótico. Se convierten en un escudo eficaz que nos protege de la avalancha de eventos inciertos.


¿Para qué sirven los rituales a nivel psicológico?


La Psicología ha ahondado en las funciones de los rituales y su importancia para nuestra estabilidad emocional. Un estudio desarrollado en la Universidad de Toronto reveló que los rituales “engañan” a nuestro cerebro haciéndole creer que está inmerso en un estado de estabilidad y previsibilidad para ayudarle a seguir adelante y evitar que nos paralicemos.


La clave radica precisamente en las formas, esas de las que nos hemos desecho con tanta facilidad. Los movimientos repetitivos ayudan a amortiguar la incertidumbre al evocar una sensación de control y orden personal. La secuencia de movimientos ritualistas que sigue un guion fijo genera estabilidad. Por tanto, los rituales satisfacen una necesidad psicológica fundamental: nos dan una sensación de estructura y orden cuando el mundo a nuestro alrededor parece desmoronarse.


En este sentido, psicólogos de la Universidad de Harvard comprobaron que los rituales previos a una tarea que genera ansiedad, no solo disminuyen el estrés y reducen los parámetros fisiológicos asociados al mismo, sino que también mejoran la ejecución. Por tanto, los rituales no son una pérdida de tiempo sino que nos ayudan a calmarnos y concentrarnos mejor en la tarea que tenemos por delante, mejorando nuestro desempeño.


De hecho, otro estudio desarrollado por neurocientíficos de la Universidad de Toronto reveló que los rituales permiten “apagar” a nivel cerebral la experiencia afectiva ante los fallos. O sea, cumplen la función de minimizar las fuentes de ansiedad externas y protegernos de la incertidumbre mientras aumentan la motivación y evitan las emociones negativas que suelen generarse ante la perspectiva de fracasar. Esos ritos, por ende, nos recargan con una actitud más positiva y confiada que nos ayuda a afrontar el desafío.


Otra función de los rituales es que nos ayudan a mitigar el dolor. Una investigación llevada a cabo en la Universidad de Harvard comprobó que los ritos nos permiten mitigar el sufrimiento ante la pérdida, tanto las pérdidas materiales como la muerte de una persona querida.


Estos investigadores apreciaron que a pesar de la diversidad de rituales que las personas ponían en práctica para lidiar con la pérdida, lo importante era el restablecimiento del control percibido, el cual les ayuda a mitigar su estado de ánimo negativo devolviéndoles cierta sensación de autoeficacia.


Curiosamente, estos investigadores también comprobaron que creer en la eficacia de los rituales no influía en su poder para mitigar el dolor. Por tanto, ni siquiera necesitamos creer que los ritos nos harán bien para aprovechar sus beneficios. La clave radica, según dicho estudio, en realizar concienzudamente los pasos que conocemos y dan vida al ritual.


Dada la importancia de los rituales para nuestra vida, podría ser conveniente revalorar la sabiduría antigua e incluir algunos ritos que nos hagan sentir bien. No tiene que tratarse de rituales religiosos sino de pequeños ritos que nos ayuden a recuperar las formas, nos permitan detenernos en un mundo acelerado y nos hagan sentir cómodos y seguros en el mundo. Ya sea la ceremonia del té o un rito de cuidado personal, lo importante es tomarnos el tiempo para disfrutar del ritual sin prisas, conectando con ese momento para construir los pilares de seguridad que necesitamos para afrontar el día a día.


Jennifer Delgado Suárez

Enlace: https://rinconpsicologia.com/rituales-importancia-funciones-para-que-sirven/

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