Publicado: 4 de Marzo de 2023

Podíamos decir que procrastinar significa algo así como… POSPONER…


Pero no quiero que te quedes con una idea vacía y simple de este concepto… Procrastinar no es sólo posponer… es posponer sin que tú lo hayas decidido.


Es como si ante un hecho que no te apetece afrontar, pues te tomas la píldora de retrasar hacerlo, o afrontarlo…


En el primer momento esa píldora, te tranquiliza… pero después vuelve a venir esa sensación de que “tengo algo pendiente que no termino de resolver” … como si una nube gris enturbiara cada día nuestra claridad mental, nuestra alegría. Estrés y sensación de derrota es lo que suelen presentar las personas que tienen como norma el procrastinar.


Por muchas píldoras de procrastinación que te tomes… el efecto inmediato acaba pasando y cada día, todos los días está ese sentimiento que eres incapaz de olvidar, tienes algo pendiente… y eso hace que sientas: culpa, nerviosismo, malestar…


Muchas de las personas que sufren ansiedad experimentan esta sensación provocada por la procrastinación.


¿Pero cómo que es un síntoma de la ansiedad… si precisamente es un no hacer para evitar afrontar aquello que me agobia?… Precisamente por eso… tu cerebro no deja de estar activo ya que no puede dejar de pensar en lo que ha dejado de hacer y tenía que haber hecho.


Pregúntate lo siguiente…


– ¿Te dices a menudo que has de hacer algunas cosas pero que al final no las terminas?


– ¿Te propones con frecuencia realizar tareas, y te sientes culpable si las retrasas?


– Normalmente siempre hay un motivo lógico para posponer eso que tienes que hacer… Pero… ¿te pasa esto demasiado a menudo?


Si has respondido que sí a dos o más de las preguntas anteriores… probablemente estés PROCRASTINANDO.


Pero… ¿Por qué nos sucede esto?


Normalmente procrastinamos con metas que no son nuestras… me explico, con metas que son consideradas por nuestro subconsciente como una “obligación”, más que como un deseo propio. Por ejemplo, son metas que nos hemos autoimpuesto en función de lo que nuestros padres esperaban de nosotros, o nuestra pareja, o nuestros amigos, o jefes… De esta forma… vemos la tarea por hacer no como un reto o un motivo (que me motiva…), sino como una obligación.

Otra excusa suele ser: “Si lo hago, lo hago bien, si no, no lo hago” … El siempre odioso perfeccionismo… Cuando nos proponemos hacer las cosas con un alto grado de perfección, damos por hecho que nos va a ser muy costoso llevarlo a cabo… y eso mismo nos hace retrasarlo buscando el momento en que más tiempo o energía tengamos para poder acometerlo… tiempo que finalmente nunca llega. La “perfeccionitis aguditis” hace que procrastines.

Miedos… Si aparece por algún rincón de nuestra psiquis la inseguridad o el miedo… vamos a dejar lo que nos lo provoca para otro momento. Muchas veces no tenemos claro miedo a qué o inseguridad por qué… de modo que postergamos. Aparecen aquí dos miedos muy comunes:

MIEDO AL FRACASO: El miedo a fracasar nos paraliza y hace que dejemos para después algo importante que tenemos que hacer para evitar un posible fracaso que anticipamos.

MIEDO AL ÉXITO: Pensar que triunfar nos llevará a asumir algunos costes que no queremos asumir: más trabajo, menos tiempo libre…

Porque la actividad esa que tienes que hacer, no es un hábito… eso hace que entre en conflicto con tus hábitos (en los que tu cerebro se encuentra cómodo).

Muchos de nosotros a lo largo de nuestra vida, vamos cargando con varias cosas por hacer, tareas grandes, pequeñas, importantes, cotidianas…


Es curioso, pero, normalmente las personas que más procrastinan son aquellas que tienen un nivel de autoexigencia más alto. No me refiero a exigentes en temas ordinarios de la vida: limpieza, orden… Me refiero a autoexigencia en temas relacionados con: agradar, no quedar mal, completar los trabajos, ofrecer la imagen adecuada…


No quiere decir que todas las personas exigentes son procrastinadoras… Igual que una persona puede procrastinar en unos aspectos de su vida y no en otros… Normalmente las conductas que más se refuerzan son las que más tienden a repetirse.


Cuando estamos procrastinando, lo que hacemos es evitar algo que anticipamos como desagradable. Al evitarlo, obtenemos ese refuerzo que necesitamos.


Procrastinar no es de personas que tienden a perder el tiempo… no tengas esa idea.


Muchas veces, optamos por no abordar una determinada tarea, por el motivo que nos digamos… y eso conlleva que nos pongamos a resolver de forma muy eficaz otras muchas. Pero realmente… lo que nos provoca culpa es no haber hecho eso que no hemos abordado.


El círculo vicioso de esta situación sería entre la ansiedad y la culpa que genera más ansiedad a su vez…


ETAPAS DE LA PROCRASTINACIÓN


Primero: Notas una sensación de incomodidad, o de ansiedad, ante eso que tienes que hacer…


Segundo: Tu cerebro, ante eso, busca bajar la tensión llevando a cabo alguna otra tarea… entonces tiendes a hacer otras cosas… por eso te vuelves tan productivo haciendo otras cosas que no son la que tienes que hacer.


Tercero: Tu cerebro almacena como “dolorosa” la actividad esa que tienes que hacer y entonces busca distracciones o alguna razón lógica que te convenza del hecho de aplazarla. Ahí es donde aparecen las excusas cargadas de razón que te han impedido realizar lo que tenías que hacer.


NO PROCRASTINES…


Muchos me preguntáis ¿Qué tengo que hacer para no procrastinar?… Lo único que hay que hacer es… o bien decidir hacerlo y hacerlo, o bien, decidir no hacerlo y no hacerlo. ¡Es así de simple!, lo único importante aquí es que hagas lo que tu decidas. Cuando tú decides, entonces es para todo, para la culpa, las somatizaciones, la angustia… y tu autoestima empieza a mejorar.

Recuerda esto… “El que mucho abarca…”. Es normal que, si estás con muchas cosas entre manos, tengas siempre la sensación de que no llegas a todo. Quizá sea bueno que te lo preguntes, y si es así priorices… Decir que “no” a algunas cosas o personas puede ayudarte. Tú por dentro sabes qué es lo realmente importante para ti.

Si no empiezas a hacer eso que tienes que hacer… por favor, NO HAGAS NADA MÁS… observa que estás procrastinando, y entonces párate. Si no haces lo que tienes que hacer, entonces no harás nada más en su lugar… Eso te generará tal incomodidad que finalmente optarás por ponerte manos a la obra.

Ponte plazos y comprométete con ellos. Esta medida es más eficaz si otros pueden contrastar que estás cumpliendo esos plazos. (Tu psicólogo, tus compañeros de trabajo, tu pareja…). Cuando compartes tus objetivos con los demás, está comprobado que tu motivación aumenta.

Intenta no enfocarte sólo en las obligaciones… en los “tengo que” … Busca también saber qué es lo que te gusta y te hace disfrutar y averigua lo que no lo hace. Observa si el objetivo que persigues se relaciona con aquello que te gusta… o no…

Divide la tarea en pequeñas metas. Dar pequeños pasos hasta conseguir llegar al final.

Elimina distracciones de en medio. Si te pones con algo, ¡hazlo! Procura no tener opciones que te hagan repartir la atención.

Establece descansos, y respétalos. Sin saltártelos y tampoco sin extenderlos demasiado. Todo en su justa medida.

Si algo es importante, lo es. No le quites importancia a lo que la tiene. Cuando te convences de que algo no es un problema cuando sí lo es, aumenta tu probabilidad de procrastinar.

Estamos diseñados para considerar las necesidades del presente como más urgentes que las del futuro. De esta forma, puedes engañar al cerebro haciéndole ver que eso que tienes que hacer hay que hacerlo ¡para ya!

La procrastinación pasiva es la que normalmente conocemos. Tenemos que hacer deporte, pero nos quedamos viendo una serie… por ejemplo.

La procrastinación activa es la que se hace queriendo. Es decir, que como sabes que cuando no te queda más remedio y a fecha límite te vuelves productivo, pues así lo haces.

Cambia tu diálogo interno… y el externo también. Fíjate que a lo largo de este artículo, me estoy refiriendo a la tarea que pospones como “lo que tienes que hacer”… Esa suele ser la forma en que nos referimos a esa acción que no hacemos. Cuando nos expresamos (interna o externamente) en esos términos de «tengo que” o “debo de”… nuestra decisión propia se anula… y eso propicia el auto-sabotaje, la falta de motivación y de autocontrol. Es importante que replanteemos nuestro diálogo interno, y cambiemos esas expresiones por otras como: “decido hacer”, “elijo empezar…”.

Lo importante es empezar… a partir de ahí todo es más fácil.

Si no tomas medidas en relación a parar la procrastinación… poco a poco ese hábito irá extendiéndose a otras áreas de tu vida… manteniéndote en una vida donde cada vez hay más insatisfacción y más ansiedad.


Como te he adelantado antes… Procrastinar no solo tiene que ver con gestión del tiempo, la ansiedad, la baja autoestima y la dificultad para gestionar emociones, también están relacionadas.


Ponte manos a la obra!


Ángela Peco

Enlace: https://angelapecopsicologia.com/procrastinas-comprueba-tu-ansiedad/

Imagen: Adpbe Express