Publicado: 29 de Octubre de 2017

El regaño debe ser correspondiente a la edad, género y carácter del niño. No tomarse el tiempo y no estudiar la actitud correcta para reprender una acción, equivale a destruir en el menor la consciencia de lo correcto e incorrecto.

¿Quiénes y cómo son nuestros hijos?

El regaño debe ser correspondiente a la edad, género y carácter del niño; Lo que hace un regaño es transmitir un enojo o una desazón. Por lo general, quien regaña pretende no sólo hacerle notar su malestar al otro individuo, sino que también le reclama un cambio de conducta o actitud. Se hace uso de él, ante una conducta inadecuada que requiere ser cambiada, en el sentido de marcarle al niño que su conducta debe ser otra, en la situación en la que se presentó la inadecuada.

Sin embargo, los tonos de voz, la intensidad y las palabras del mensaje de regaño, deben ser proporcionales a la gravedad de la conducta  y  en  correspondencia  con  la  personalidad  y  carácter  del  niño.  Gritarles  por equivocarse, por ser lentos o por sus “niñerías” al igual que porque tiraron la comida o le pegaron  a  su  hermano,  solo  desactivará  la  efectividad  del regaño, porque los pequeños no verán diferencia entre portarse mal o desobedecer o equivocarse o emberrincharse, y vendrá entonces   la   confusión   de   valores   como   la   justicia   y   la coherencia. Los niños se van acostumbrando, conforme avanzan en edad, a los regaños de sus padres, es por eso que las generaciones  pasadas  pasmos  de  la  llamada  de  atención,  al tirón de pelo o al manotazo y luego más grandecito vendría la nalgada o el cinturón.

Lo anterior implica que los padres no sólo debemos adecuar los regaños a las conductas, sino que también debemos observar que sean adecuados para su edad y contexto, regañar a un niño por comer dulces en una fiesta, es incoherente, así como regañar a un pequeño por un accidente de pipi o popo cuando está en la primera fase de entrenamiento del control de esfínteres.

Hay niños que con solo una mención de lo inadecuado reaccionan al cambio de conducta, sin embargo hay otros que requieren mayores intervenciones, y otros a los cuales el regaño les resulta indiferente. Depende de la familia y el contexto, en muchas ocasiones fracasamos al emprender consejos que parecen no aplicar para nuestra familia, -no le grite nunca-, suelen aconsejar los teóricos, pero en el día a día de mi familia, eso es imposible. ¿Puedo tener esperanza? Sí.

En el mundo empresarial y de negocios, en el esquema laboral, regañar o ser regañado, equivale a detenerse en la jornada para marcar el error y corregirlo de inmediato, para conservar la armonía en el esquema general del negocio. Dejar pasar conductas o acciones negativas para la empresa, es equivalente a destruirla, por ello se invierte en supervisores y en esquemas que disminuyan la probabilidad del error (control de calidad) para asegurar que los resultados sean óptimos. Por otra parte, existen sanciones que “castigarán” dicho error en caso de repetirse deliberadamente.

En casa sucede igual, no tomarse el tiempo y no estudiar la actitud correcta para reprender una acción, equivale a destruir en el menor la consciencia de lo correcto e incorrecto. Que consecuencias implícitas hay en ello: niños con desórdenes narcisistas que imponen sus necesidades antes que las de cualquiera y con ello pierden la perspectiva del otro y los otros; incapacidad de adaptación social divergente, o futuramente, presencia de desordenes de atención dada la indiferencia de los sectores a los que se irán agregando conforme avancen en edad.

No existe un criterio homogéneo recomendable para regañar a los hijos, el tipo de regaño depende de las circunstancias de cada familia, de la edad de cada integrante, de la propia historia personal de los padres etc. Sin embargo sí podemos generar patrones de manejo respecto de los comportamientos “inadecuados”, que en empatía con su contexto, le permitan poner en práctica sencillas y prácticas líneas de comportamiento.

En la siguiente parte, especificaremos las conductas promedio que implican las llamadas de atención o regaños, las palabras claves a utilizar independientemente del tono de voz o actitud de quien regaña, abordaremos la diferencia entre niños y niñas respecto del regaño y especificaremos 10 acciones concretas para practicar en casa.

Miriam Rodríguez Hernández.

Enlace: https://www.espaciologopedico.com/revista/articulo/3332/reganar-o-no-reganar-parte-ii.html