Publicado: 19 de Mayo de 2017

Nos han hecho creer que ser fuerte significa ser capaces de soportar más. Cuanto más trabajamos y nos esforzamos, más resistentes nos hacemos. Así, llega el punto en el que las fuerzas nos abandonan pero siempre hay algo que nos dice que debemos seguir, que no podemos desfallecer. De hecho, en los últimos años incluso la publicidad ha comenzado a jugar con esta idea recomendándonos tomar reconstituyentes prácticamente para todo porque detenerse no está bien visto. De esta manera todo a nuestro alrededor nos transmite el mensaje de que no podemos parar, que necesitamos seguir adelante, porque eso significa que somos fuertes.


¡El mensaje es erróneo!


Las personas más fuertes no son aquellas que más resisten sino quienes han aprendido a recargarse. Si nos privamos de la relajación y no nos damos tiempo para recuperarnos, nos volveremos cada vez más débiles y menos productivos. Para mantener el equilibrio y no dañar nuestro cerebro, necesitamos relajarnos y tomar un descanso. Si nos llevamos hasta el límite, terminaremos pagando las consecuencias, tanto a nivel físico como emocional. 


Si no descansas, disminuye tu productividad y eficacia


En realidad, la clave no radica simplemente en producir sino en ser eficaz, lo cual significa cumplir con las tareas y obligaciones sin que estas representen un peso excesivo. Para lograrlo es fundamental que tanto nuestro cuerpo como nuestra mente estén descansados. Si te privas de las horas de sueño necesarias, por ejemplo, es probable que puedas sacar adelante ese proyecto pero la calidad no será la misma ya que no estarás dando el 100% de ti. 


Además, si no descansas lo suficiente, el cansancio se irá acumulando y disminuirá tu rendimiento cognitivo, de manera que todas las tareas diarias te parecerán titánicas. La falta de descanso también afecta el proceso decisional, haciendo que tomes decisiones precipitadas sin evaluar adecuadamente sus consecuencias.


Al contrario, si descansas lo suficiente no solo rendirás más sino que también podrás hacer las cosas con menos esfuerzo y, obviamente, te sentirás mucho mejor.


Desconecta de tu trabajo y de las preocupaciones


La recuperación verdadera no solo implica salir de la oficina, llegar a casa y recostarse. Tienes que dejar que tu mente se recupere, lo cual significa que debes liberarte de las preocupaciones. De hecho, las preocupaciones son un pesado fardo que mantiene tu cerebro activo, impidiendo que la red neuronal por defecto tome el mando, la cual es fundamental para que se produzca un auténtico descanso.


Por eso, es conveniente que para desconectar de las preocupaciones, le des un descanso a tu mente. Puedes hacer una actividad divertida, involucrarte en alguna tarea creativa, practicar la meditación mindfulness o dedicar al menos una hora al día a una pasión. Cuando haces algo que te agrada en tu cerebro se libera dopamina, la cual te ayuda a relajarte y te reporta una increíble sensación de bienestar. Y eso es fundamental para seguir adelante y enfrentar los retos o adversidades que depara la vida.


Tómate el tiempo que necesites para recuperarte y comenzar de nuevo


A menudo, cuando pasamos por una situación difícil, como una ruptura de pareja o la muerte de un ser querido, las personas a nuestro alrededor nos animan a retomar la vida rápidamente. Sin embargo, cada quien tiene su ritmo, y antes de tomar decisiones importantes, es mejor dejar pasar un tiempo hasta que las heridas sanen. Lanzarse al ruedo con las heridas frescas aumenta el riesgo de que estas se abran ante el menor percance. Es sentido común, aunque a veces nos vemos obligados por la presión de los demás a "recuperarnos" demasiado rápido.


Cuando atravieses por una situación difícil, recuerda que no hay necesidad de correr ni de demostrarle nada a nadie. Tómate el tiempo que necesites para sanar, reencontrar tus pasiones, replantearte algunos aspectos de tu vida y, en resumen, aprender a vivir con esa pérdida o superar la adversidad. 


Por último, recuerda que para cuidar tu salud mental y física, el descanso es esencial. No estamos obligados a seguir un ritmo de vida frenético ni a conducir siempre por el carril rápido. Cada vez que lo necesites, haz un alto y recárgate. Empujarte siempre al límite no es una buena idea, hay que saber mantener un equilibrio. El hecho de que necesites un descanso no significa que seas más débil. Recuerda que lo importante no es llegar más lejos o más rápido, sino disfrutar del camino. Y para eso, a veces hay que detenerse o incluso dar un paso atrás.