Publicado: 26 de Noviembre de 2020

En nuestra cultura, la actividad sexual ha estado ligada siempre al matrimonio, con una finalidad exclusivamente reproductora, condenándose aquellas prácticas que no fueran el coito y a aquellas personas que tuvieran sexo sin estar casadas o siendo viudos/as.


Por ello, hay muchos prejuicios hacia las personas mayores que deciden seguir viviendo su sexualidad, ya que esta se considera sólo de los jóvenes (una expresión reflejo de este pensamiento es la de nombrar “viejo verde” a aquellas personas mayores que muestran interés por el sexo).


No se debe renunciar a la sexualidad porque no se vaya a procrear o porque no se pueda disfrutar de ella dentro de un matrimonio.


En la vejez, de hecho, ya no está presente el miedo a un posible embarazo no deseado (salvo que la pareja esté constituida por un hombre mayor y una mujer joven), y puede practicarse sexo sin esa preocupación, con mayor libertad.


Esta cuestión es la que ha llevado a que, a partir de la mediana edad, haya personas que se refieran a esos años como la “edad dorada”, ya que, contrariamente a lo que muchos prejuicios y estereotipos edadistas señalan, en su mayoría son personas que pueden seguir con una vida sexual activa.


La sexualidad no puede ser entendida únicamente como un encuentro corporal, ya que “la dimensión sexual incluye los afectos y las representaciones mentales, por lo que cada relación sexual siempre incluye emociones, sentimientos, afectos y significados que son interpretados y elaborados mentalmente”, incluso en las relaciones ocasionales (López, 2012).


Atendiendo a la fisiología sexual, es necesario recordar que somos seres sexuados, y eso acompaña a las personas independientemente de la etapa vital en la que se encuentren. Las características sexuales son las que varían en función del periodo.


Mitos sobre la sexualidad en la vejez


En torno a la sexualidad en la vejez hay falsas creencias. La primera idea errónea, ya desmentida anteriormente, es la de la supuesta incapacidad fisiológica para tener conductas coitales.


También se afirma que los mayores no tendrían intereses sexuales, y a aquellos que manifiestan tenerlos se les considera fuera de lo normal, llegándose a decir que tienen desviaciones sexuales. Se asegura que la actividad sexual desgasta y que las mujeres mayores no son atractivas sexualmente y carecen de belleza.


Si nos centramos en la mujer, no hay evidencias que sugieran que con la disminución de los niveles de estrógenos a consecuencia de la menopausia haya un impulso sexual distinto.


Lo que sí ocurre es un adelgazamiento en los tejidos de la vagina y de los labios y una disminución de la lubrificación vaginal, que pude influir en las relaciones sexuales, provocando algo de dolor.


Rice (2001) expone que hay muchas mujeres mayores que, por sufrir enfermedades o trastornos físicos, reducen o cesan su actividad sexual, como es el caso de aquellas que padecen de artritis o las que han tenido ataques al corazón.


Aún así, considera que los cambios fisiológicos correspondientes a la edad no son tan importantes a la hora de afectar negativamente a las relaciones sexuales como las actitudes o creencias que puedan tener los mayores sobre el amor y el sexo.


Raquel Gil de Prado

Enlace: https://psicopedia.org/4733/sexualidad-y-afectividad-en-las-personas-mayores/

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