Publicado: 26 de Junio de 2017

La esperanza de vida está determinada por muchísimos factores. El hecho de que vivamos más o menos no depende exclusivamente de nuestra genética, la alimentación, el nivel de actividad física y los factores medioambientales a los que nos exponemos sino también de factores psicológicos. Por tanto, no es suficiente con descontaminar nuestro entorno y adoptar un estilo de vida saludable si nos olvidamos de hacer limpieza mental.


La tendencia al perfeccionismo y el neuroticismo pasa factura


Investigadores canadienses de la Trinity Western University se preguntaron si determinadas características de personalidad influyen en nuestra esperanza de vida. Para descubrirlo, reclutaron a 450 adultos mayores, a quienes les dieron seguimiento durante un periodo de 6 años y medio.


Al inicio de la investigación, estas personas no padecían enfermedades graves. Sin embargo, el riesgo de morir fue más elevado en unos que en otros. Al realizar pruebas de personalidad, estos psicólogos descubrieron que las personas que tenían una tendencia al perfeccionismo y el neuroticismo tenían mayores probabilidades de morir. Al contrario, el riesgo era mucho más bajos en las personas que tenían una personalidad más optimista, extrovertida y responsable.


El perfeccionismo y el neuroticismo tienen muchos puntos en común ya que implican una tendencia a la persistencia obsesiva. En el caso del perfeccionismo la obsesión se produce por alcanzar los resultados “mejores” mientras que en el neuroticismo suele versar sobre las preocupaciones.


Sin embargo, en ambos casos la incapacidad para desconectarse de tareas o pensamientos estresantes puede provocar cambios incluso a nivel inmunológico, como han indicado varios estudios. 


Optimismo, extroversión, autoeficacia y apertura a las nuevas experiencias: Las claves para vivir más


Una investigación realizada en el prestigioso Instituto Karolinska confirmó los resultados anteriores. En esta ocasión, los investigadores reclutaron una muestra mayor compuesta por 2.298 adultos de más de 60 años, sin síntomas de ningún tipo de trastorno psicológico o neurológico. Les dieron seguimiento a lo largo de 11 años.


Al cabo de ese tiempo comprobaron que las personas más extrovertidas tenían un índice de mortalidad un 65% más bajo. La apertura a las nuevas experiencias también fue un factor positivo que reducía en un 26% el riesgo de morir.


Sin embargo, lo más interesante es que estos investigadores analizaron otros factores más allá de la personalidad, como el índice de masa corporal, el número de enfermedades crónicas que padecían los participantes, el nivel de actividad física que realizaban y sus hábitos de vida. Sin embargo, concluyeron que el estado de salud inicial solo era determinante en el 5% de los casos de fallecimientos.


De hecho, otro estudio muy interesante realizado en la Universidad de Kentucky en el que se les dio seguimiento a 180 monjas que vivían en idénticas condiciones, desde que tenían 22 años hasta los 75 o 95 años, llegó a la conclusión de que rasgos de personalidad como el optimismo y los recursos de afrontamiento que poseemos son un mejor predictor de la longevidad que el estatus socioeconómico y las condiciones de vida. 


Retomando el estudio realizado por los investigadores suecos, estos apuntaron que las personas extrovertidas no solo se caracterizaban por un elevado nivel de optimismo sino también por una gran autoeficacia. La autoeficacia es la confianza en nuestras capacidades, en que podemos organizarnos y llevar adelante diferentes acciones que nos permitan influir positivamente sobre el entorno y alcanzar los resultados que deseamos. 


Este conjunto de características de personalidad, según estos investigadores, es lo que impulsa a las personas a desarrollar hábitos de vida más saludables y adoptar estrategias de afrontamiento más positivas que, a la larga, les permiten vivir más.



Fuentes:

Rizzuto, D. et. Al. (2017) Personality and Survival in Older Age: the Role of Lifestyle Behaviors and Health Status. The American Journal of Geriatric Psychiatry.

Fry, P. S. et. Al. (2009) Perfectionism and the Five-factor Personality Traits as Predictors of Mortality in Older Adults. J Health Psychol; 14(4):513-24. 

Segerstrom, S.C. et. Al. (2003) Optimism effects on cellular immunity: testing the affective and persistence models. Personality and Individual Differences; 35(7): 1615–1624.

Danner, D. D. et. Al. (2001) Positive Emotions in Early Life and Longevity: Findings from the Nun Study. J Pers Soc Psychol; 80(5): 804-813.