Publicado: 9 de Septiembre de 2018

La vuelta de las vacaciones puede ser un momento duro para algunas parejas. Las estadísticas del Consejo General del Poder Judicial demuestran que, en España, en el cuarto trimestre del año aumentan las rupturas. En las vacaciones se convive durante más tiempo sin las distracciones del día a día. Esto pone en evidencia los problemas de fondo que la relación puede estar arrastrando durante todo el año. Si ha vuelto decepcionado de sus vacaciones y se plantea la continuidad o no de su relación, le sugerimos que, antes de tomar una decisión que conviene meditar, acuda a un mediador. Es un profesional que le acompaña en la gestión de los conflictos. 

Su cometido es ayudar a la pareja a comunicarse adecuadamente, cambiar la percepción del problema y conducirles hacia el acuerdo. No actúa ni como psicólogo ni como abogado, pretende escuchar a las dos partes y facilitarles el diálogo. Lo hace desde la neutralidad, sin tomar partido por ninguno de los dos; tampoco les dice cuál es la solución de su conflicto, sino que les apoya y acompaña para que, entre otras cosas, localicen lo que John Galtung, considerado el padre de la investigación académica sobre la paz, denomina el conflicto subyacente. Sólo así podrán alcanzar acuerdos y, lo que es muy importante, comprometerse con ellos.

La tarea del mediador

Para llegar a ese objetivo, el mediador trabajará apoyándoles a ambos para que mejoren algunos de los siguientes aspectos:

Trazar el mapa del conflicto. Les propone reflexionar sobre aquello que facilita y dificulta que puedan alcanzar acuerdos sólidos.

Valorar su estilo personal de afrontamiento. Éste puede ser asertivo, competitivo, evitativo, sumiso y comprometido. Es importante considerar cuál es el más adecuado para cada situación.

Saber cómo negociar. Los expertos hablan de siete pasos que conviene aprender: desde separar a la persona del problema, a inventar opciones que beneficien a ambos, hay toda una serie de estrategias que ayudan a desenmarañar las discusiones más bloqueadas.

Ver la diferencia entre lo que dice y lo que quiere. Técnicamente se conoce como pasar de posiciones a intereses, con la sencilla pregunta ¿por qué dice que quiere eso? ¿en qué le beneficia?

Acompañarle en la búsqueda del interés común. Seguro que ambos quieren descansar y disfrutar de sus vacaciones, por ejemplo. Si los dos lo reconocen, es más fácil que encuentren las formas de conseguirlo que si piensan, mediatizados por las emociones negativas del conflicto, que cada uno desea cosas diferentes.

Localizar sus sesgos cognitivos. Son los pensamientos sobre la otra persona que cuando estamos en tensión, nos llevan a malinterpretar todo lo que diga.

Afianzar la confianza. El objetivo es alcanzar una solución, pero es aún más importante comprometerse con ella, para ello el mediador crea un clima de confianza.

¿Cuál debe ser su actitud al acudir a un mediador?

Para que el profesional pueda trabajar con usted es necesaria una actitud que propicie el proceso de la negociación. Estas son algunas preguntas que ha de formularse:

1. ¿Creo que puedo compartir información con mi pareja? Se trata de eliminar conductas agresivas. No es el momento de saldar cuentas. Esto agrava el problema.

2. ¿Estoy dispuesto a escuchar lo que el otro tiene que decir? Para negociar hay que saber escuchar activamente.

3. ¿Soy capaz de renunciar a imponer condiciones que sé que mi pareja no aceptará? No se puede partir de presupuestos cerrados, la negociación se basa en la comunicación abundante.

4. ¿He dedicado tiempo a generar opciones creativas y alguna alternativa? No pensar que existen soluciones únicas. No hay soluciones perfectas.

5. ¿He dedicado tiempo a evaluar, antes de decidir, todas las consecuencias de las distintas opciones? Es bueno tener una visión a corto y a medio plazo.

Si responde positivamente a estas preguntas, sabrá que puede lograr un acuerdo exitoso. Acudir a un mediador es la mejor medida preventiva de numerosas crisis y de los conflictos de pareja y de familia. Por eso, si las vacaciones con su pareja no fueron como esperaba, quizá le convenga aprender a negociar y llegar a acuerdos con un profesional de la mediación.

Negociar en positivo, la mejor actitud en una mediación

En su famoso libro, 'Sí, de acuerdo', Willian Ury y Roger Fisher, los famosos negociadores de los acuerdos de Camp David, proponen un modelo en el que a la hora de negociar ambas personas sientan que ganan. Para ello parten de una premisa esencial, es indispensable reelaborar la visión del otro, es decir, buscar su mejor versión porque durante el conflicto siempre se arranca de la peor. Si veo a mi pareja como una amenaza latente frente a la cual tengo que cuidarme y luchar por mi objetivo particular, difícilmente voy a comprometerme con ella a través de acuerdos, me limitaré a dividir la tarta procurando ceder lo menos posible. Frente a esta actitud basada en el miedo o la complacencia al otro, ellos proponen otra muy distinta con el objetivo de comenzar a construir una relación fundada en la confianza y la cooperación. Sólo así pueden superarse las diferencias iniciales y generar vínculos constructivos a largo plazo. Se trata de superar la posición de lucha pasando de la actitud de he de ganar al otro a buscar la solución en la que los dos ganemos.

Isabel Serrano-Rosa / Guadalupe Viola 

Enlace: http://www.elmundo.es/vida-sana/mente/2018/08/22/5b5b066ae2704eef1f8b464d.html