Publicado: 17 de Diciembre de 2015

Hace unos días, mi hija me pidió que pusiera una de sus películas favoritas, “Kika Superbruja y el libro de hechizos”. Ya la he visto unas cuantas veces, así que no le estaba prestando excesiva atención, cuando de repente, una escena me dio el punto de inicio para escribir este artículo sobre porqué un nutrido grupo de madres, padres y profesionales estamos pidiendo que dejen de sobrecargar el tiempo libre de nuestros hijos y de las familias con deberes.

Kika, según vemos al principio de la película, es designada por Elviruja como su sucesora en el cargo de Superbruja, pero para lograr conseguir este objetivo, tiene que vencer, con la ayuda de un dragón y un libro de hechizos, una serie de obstáculos (entre ellos, evitar que el malvado y dictatorial brujo Gerónimo se haga con el valioso libro mágico).

En la escena que os comento, vemos cómo Kika, entusiasmada, está leyendo de cabo a rabo el libro que le ha cedido la amable y sabia bruja Elviruja. Kika está enfrascada, apasionada, estudiando el libro mágico, cuando la madre entra en la habitación interrumpe su concentración y al final de la escena le pregunta “¿has hecho ya los deberes?”. Evidentemente, lo último que quería (y debía) hacer en aquellos momentos Kika era ponerse a hacer los deberes. Kika deseaba seguir leyendo el libro de hechizos, descubrir sus enigmas, descifrar todos los misterios que aquel antiguo libro tenía preparados para ella.

Como comprenderéis, Kika no le hizo caso a su madre. En vez de hacer los deberes, siguió ensayando feliz los hechizos del libro, leyendo fórmulas complejas y disfrutando de su nueva pasión.

Pero ¿qué habría pasado si Kika hubiera dejado de lado sus dones y talentos como Superbruja para ponerse a hacer los deberes?

-Habría cambiado una actividad que la entusiasmaba y con la que estaba realmente aprendiendo por ejercicios monótonos que no la iban a beneficiar en nada. La neurociencia nos dice que lo aburrido, lo monótono, lo tedioso, no es grabado de forma eficaz por el cerebro. Sin embargo, que la pasión, el entusiasmo, forman parte fundamental del aprendizaje eficaz.

-Habría dejado de absorber nuevos conocimientos como leer un legajo, aprender latín, descifrar complejos hechizos, planificar, observar, concentrarse, montar en bicicleta, cuidar caballos, jugar con un grupo de amigos.

-Habría dejado de enfrentarse a nuevas circunstancias, hacerse cargo de una situación comprometida, vencer el miedo a lo desconocido, luchar contra la injusticia, oponerse a una persona cruel y dictatorial, reconocer el Amor que siente por su madre, por su hermano, comprender el valor de la amistad, de la libertad, la importancia de pensar por sí misma.

-Habría dejado de tomar la iniciativa en su aprendizaje.

-Habría dejado de aprender que cooperando se superan mejor los obstáculos, que a medida que vamos madurando tenemos que asumir nuevos retos y responsabilidades.

-Habría dejado de elaborar una imagen de ella misma positiva, sana y realista, en la que conoce sus debilidades, pero también sus enormes fortalezas, su gran valía.

-Habría dejado de elaborar una autoconciencia equilibrada y fuente de una alta autoestima.

-Habría dejado de concienciarse sobre que la igualdad de géneros es algo real, que las niñas también son fuertes, valientes, heroicas y no necesitan ser princesas o depender de un chico para vivir, para desarrollarse como persona de pleno derecho.

De haberse puesto a hacer los deberes, Kika habría dejado de aprender esto y mucho más. Además, el malvado brujo Gerónimo habría logrado su propósito de lograr dominar el mundo a través de la alienación, el dominio, la sumisión a sus ideas, normas y reglas que pasarían a ser las únicas admitidas en su distópica sociedad.

La escena de Kika nos proporciona una magnífica parábola de lo que significan los deberes en el aprendizaje de nuestros hijos. Los deberes, no sólo no ayudan a fijar y crear nuevos conocimientos, sino que constituyen un freno para los niños. Se aprende entusiasmado, apasionado, feliz, no angustiado, estresado, agotados por la extensa jornada laboral.

El paradigma de los deberes como fuente de conocimiento y aprendizaje debe ser ya superado. Los deberes suponen la muestra fehaciente del fracaso y los males del sistema educativo actual basado en la monotonía, la repetición, el aburrimiento, la desgana.

Dejemos tiempo libre a los niños. Dejemos que los niños elijan sus actividades, que desarrollen y disfruten sus dones y talentos. Dejemos que el aprendizaje se base en el entusiasmo, en la pasión, en la alegría. Aboguemos por un sistema educativo que recoja las verdaderas necesidades intelectuales y emocionales de nuestros hijos. Aboguemos por un sistema educativo que nutra a maestros y profesores de las herramientas necesarias para acompañar a los niños del siglo XXI en su crecimiento, en su desarrollo intelectual y emocional. Aboguemos por un sistema educativo que le dé alas y conocimientos a nuestros hijos, no que les frene y les coarte.

Texto: Elena Mayorga